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G. GIMÉNEZ  ANAL. REAL ACAD. NAL. FARM.

solución del soluto a analizar es introducida en una cámara a un flujo de
unos pocos microlitros por minuto a través de un capilar metálico. Este
capilar es mantenido a una diferencia de potencial del orden de kilovol-
tios con respecto a las paredes de la cámara lo que lleva a una acumula-
ción importante de cargas del mismo signo en la superficie de la solución
que asoma a la cámara a través de este, al adquirir el potencial del capilar.
Esta acumulación de cargas que se repelen por ser del mismo signo hace
que la superficie de la solución estalle dispersándose en microgotitas de
entre 0.5 y 1 micrometro, extremadamente cargadas, que se dirigen fun-
damentalmente hacia la pared de la cámara situada enfrente del capilar.
Por esta cámara circula un gas inerte a una temperatura entre 50 y 70 gra-
dos centígrados que hace que las gotas empiecen a evaporarse rápidamen-
te. Como consecuencia de ello aumenta la concentración de cargas de
signo opuesto lo que lleva a que la gota estalle de nuevo en cuanto las
fuerzas de repulsión superan a las de la tensión superficial. Esta explosión
se conoce con el nombre de explosión culómbica o de explosión de Ray-
leigh. Las nuevas gotitas siguen evaporándose con lo que se producen
nuevas explosiones sucesivas que van disminuyendo su diámetro. Llega
un momento en que cuando la gota tiene un diámetro de unos
10 nanometros, la densidad de carga es tal que los iones empiezan a de-
solvatarse mediante un proceso denominado evaporación de iones, a
través de unas estructuras transitorias que se forman en la superficie de la
gotita conocidas como conos de Taylor. Los iones que se desolvatan con
van con frecuencia asociados a moléculas del soluto a analizar formando
lo que se denomina iones “quasi-moleculares”. Gracias a la aparición de
éstos, el soluto a analizar adquiere ya el estado gaseoso apropiado para el
análisis de masas.

        Los iones quasi-moleculares presentan una enorme variedad de
carga: de 2 a 50. Esto da lugar a unos espectros complejos con numerosos
picos de acuerdo con el número de iones que acompañan a la macromolé-
cula. Estos espectros desconcertaron inicialmente a los espectrometristas,
pero Fenn cayo en la cuenta de que se podía sacar partido de esta comple-
jidad para aumentar la exactitud de la determinación del peso molecular.
De la diferencia en masa aparente entre dos picos puede deducirse la na-
turaleza del ión que acompaña a la macromolécula (ordinariamente, H+,

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