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ÁNGEL DEL VALLE NIETO  ANAL. REAL ACAD. NAC. FARM.

    I. Botiquín de viaje. Dermofarmacia.

    Que trata de cómo Don Quijote debería proveerse de un botiquín
    de viaje, de la lección de Dermofarmacia que imparte a los comer-
    ciantes toledanos mientras defiende la belleza de su dama y de
    otros sucesos de felice recordación.

      Determinóse a ser armado caballero. Él, Don Quijote, crisol de
amadises y esperanza de viudas, ejemplo para Arturo y sus paladines,
terror de follones, malandrines y bellacos, implacable desfacedor de en-
tuertos, había abandonado sus libros, sus deudos, su casa y su lugar para
ejercer el noble oficio de la Caballería Andante allí donde fuera recla-
mada la fuerza de su brazo o se pusiese en duda la sin par belleza de su
señora, Doña Dulcinea del Toboso.

      Mas, bajo el peso de sus armas y sobre la ligereza de su caballo,
advirtió que no podía dar legítimo comienzo a sus valerosas y descomu-
nales aventuras si no había sido armado caballero. Y es en la venta del
Campo de Montiel donde la gran magnificencia y liberalidad del Vente-
ro acoge su solicitud; no en balde, también él, en sus años de mocedad,
se había dado a aquel honroso ejercicio.

      Muchos fueron los consejos, recomendaciones y advertencias que,
antes de velar sus armas, recibió Don Quijote del Ventero. A nuestro
Cidi Hamete Boticaril le llama particularmente la atención el que le dije-
ra que, además de dineros y camisas, los caballeros andantes portaban
una pequeña arqueta de ungüentos (*) para curar las heridas que rece-
bían, porque no todas las veces en los campos y desiertos donde se
combatían y salían heridos había quien los curara, si ya no era que te-
nían algún sabio encantador por amigo, que luego los socorría, trayen-
do por el aire, en alguna nube, alguna doncella o enano con alguna
redoma (*) de agua de tal virtud (1), que en gastando alguna gota della,
luego, al punto, quedaban sanos de sus llagas y heridas, como si mal
alguno no hubiesen tenido, mas que en tanto no hubiese, tuvieron los
pasados caballeros por cosa acertada que sus escuderos fuesen proveí-
dos de dineros y otras cosas necesarias, como eran hilas (*) y ungüen-

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