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VOL. 66, (4) 2000 UN SIGLO DE GENÉTICA
cido como consecuencia de los intereses enfrentados de la industria bio-
tecnológica (léase las grandes compañías multinacionales productoras de
las plantas transgénicas) y los agricultores avanzados, por un lado, y los
grupos ecologistas y determinadas ONGs y asociaciones de consumido-
res, por otro lado. ¿A qué se debe el clima de desconfianza y rechazo
hacia las plantas y los alimentos transgénicos que se ha producido en una
buena parte de la sociedad? En cierto modo dice Moreno puede acha-
carse a la falta de transparencia informativa y a una serie de estrategias
poco afortunadas por parte de los más interesados en la rápida comerciali-
zación de estos productos. Además, el debate social está contaminado por
la escasa participación de los agentes sociales en su desarrollo, por el len-
guaje equívoco utilizado por determinados grupos de presión en forma de
metáforas inapropiadas (por ejemplo, “transgénico como sinónimo de
alterado”, “transgénico como sinónimo de dañino”, “lo natural como si-
nónimo de inocuo, y lo artificial de nocivo”) y por el exceso de contenido
retórico y falta de rigor científico y técnico en los argumentos utilizados.
Por ejemplo, publicar en los medios de comunicación que se ha demos-
trado sin que haya una publicación científica seria que lo avale que los
alimentos transgénicos son dañinos (por aquello de que “calumnia que
algo queda”) o asegurar que las plantas trangénicas atentan contra la bio-
diversidad o magnificar los riesgos y apelar al principio de precaución
para aconsejar la prohibición de los cultivos transgénicos o tachar de
“vendidos a las multinacionales” a los científicos que honradamente de-
fienden la utilización de plantas y alimentos transgénicos. Todo ello su-
pone, a mi juicio, una enorme y grave manipulación social.
De cualquier manera, como señalaba Moreno, la presión social
ejercida por grupos ecologistas y determinadas asociaciones parece que,
de momento, están ganando la batalla al conseguir convencer al gran pú-
blico que los alimentos transgénicos son antinaturales y perjudiciales para
la salud humana y las plantas transgénicas ecológicamente dañinas. Dice
Moreno que la estrategia de tales grupos se ha centrado en pocas claves,
pero muy efectivas:
1ª Desarrollar acciones limitadas, pero de gran repercusión en los
medios de comunicación social (protestas ante la llegada de
barcos cargados de soja transgénica, etc.);
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