Page 149 - 66_04
P. 149
VOL. 66, (4) 2000 NECROLÓGICA D. MANUEL MARTEL
estoy seguro que sentiría no sólo satisfacción, sino también el orgullo por
el esmero que puso en toda su labor. Su gran sueño era que por sus actos
sus hijos y nietos pudiesen sentirse orgullosos de él, y a fe que su ejemplo
debe permanecer perennemente en sus pensamientos, como la mayor y
más hermosa herencia que se puede recibir.
La gentileza de sus hijos me ha permitido poder gozar de la lectura
de innumerables folios que el Prof. Martel tenía redactados, y en todo
momento he tenido la sensación de que estábamos manteniendo una más
de las muchas conversaciones, que sobre los temas relativos a la
Universidad de Alcalá, habíamos tenido en nuestros años de convivencia.
Es por eso que no me resisto a transcribir algunos párrafos, que
vienen a ratificar cuanto hasta aquí hemos señalados sobre la personalidad
del Prof. Martel.
En los comienzos de la obra se puede leer: “No creo oportuno
recitar logros que haya podido alcanzar en mi misión y sólo quiero decir
que mi línea de conducta se basaba en el siguiente principio:
Ser el Rector de todos, desde el más excelso profesor numerario a
un becario, estudiantes en apuros o un bedel, investigador o personal
encargado de la limpieza.
Esto suponía tener abierta la puerta de mi despacho a todos y a
cualquier hora. Muy grande fue desde el principio la concurrencia y dura
la tarea de obrar en justicia a la par de dar satisfacción. Pero si yo había
tomado posesión del Rectorado, era justo que todos tomaran posesión de
su Rector”
Ya hemos comentado antes con cuanta generosidad, daba
cumplimiento a la línea de conducta que se había marcado al tomar
posesión del Rectorado.
La satisfacción con que contemplaba el resultado de la obra bien
hecha, se refleja en el siguiente párrafo:
“Al ser designado Rector en 1979, recibí la Universidad de Alcalá
de Henares con un total de 1.319 estudiantes en huelga, desmoralizados y
en constante conflicto, reflejado en las paredes de los edificios y accesos
ferroviarios.
21