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con un síndrome muy raro de envejecimiento precoz (el Síndrome Hutchinson-Gilford). En noviembre de 2013
investigadores del CMRB, del Salk Institute de California y del Hospital Clínic de Barcelona, lograron crear, por primera
vez, mini-riñones humanos a partir de células madre, un trabajo que fue considerado uno de los diez hitos científicos de
2013 por la revista "Science".

    El 13 de enero de 2014, presentó su dimisión como director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB)
para ubicarse con dedicación absoluta a su equipo de investigación en EE.UU, y fue sustituido en el cargo por el Dr. Ángel
Raya. En su laboratorio del Instituto Salk, ha desarrollado una técnica pionera para "elaborar" órganos en animales. Lo ha
conseguido en experimentos con ratas y ratones y lo continúa en cerdos, por una similitud genética con el ser humano. Su
objetivo es generar órganos humanos (hígados, riñones, corazones,...) en el organismo de un cerdo, para ser trasplantados
después a enfermos que los necesiten.

    El Dr. Juan Carlos Izpisúa Belmonte está considerado como uno de los científicos más relevantes a nivel mundial en
biología del desarrollo y medicina regenerativa. Buena parte de sus investigaciones implican y versan sobre la regeneración
natural de órganos y tejidos, y es reconocido internacionalmente como el descubridor del mecanismo (con fundamento en la
vitamina A) que determina que, el exterior del cuerpo en los vertebrados sea simétrico y la distribución de los órganos
internos, es asimétrica. Es autor de alrededor de 200 artículos científicos y ha sido galardonado por los Institutos Nacionales
de la Salud de Estados Unidos con el premio Bill Clinton al mejor investigador en su campo, y por los Institutos Nacionales
de Ciencia con el premio a la Creatividad Científica. En 2006 recibió la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha.

    Logros en medicina regenerativa: a finales de 2013, el equipo liderado por Juan Carlos Izpisúa creó por primera vez
miniriñones humanos, unas estructuras renales tridimensionales en cultivo a partir de células madre humanas. Se trata de un
avance que puede facilitar el estudio de las enfermedades renales, descubrir nuevos fármacos y contribuir a la aplicación de
terapias basadas en el uso de células madre. Hasta ese momento, los científicos habían tenido poco éxito en convertir células
madre a células renales, un obstáculo que acabaron por salvar. Previamente el equipo del CMRB descubrió un nuevo
método que facilita el proceso de obtención de células madre a partir de células adultas humanas y por primera vez
consiguieron reemplazar un gen que se creía imposible de sustituir. Esta técnica tiene potencial para trasladarse a la práctica
clínica. Según explicaba el propio centro, existen dos tipos de células madre pluripotentes: las células madre embrionarias,
que son células inmaduras que nunca se han diferenciado a un tipo celular específico, y las células madre de pluripotencia
inducida (iPS, de sus siglas en inglés), que son células adultas a las que se les ha reprogramado su reloj biológico para
volver a un estado indiferenciado. Las células iPS ofrecen dos ventajas: se pueden crear a partir de células del mismo
paciente y evitar así el rechazo immunológico, y no implicar la destrucción de embriones sobrantes de tratamientos de
fecundación in vitro. Hasta ese momento, las células iPS se producían con una fórmula muy estricta que no permitía
ninguna variación, mecanismo que se puede modificar gracias al descubrimiento del equipo del Dr. Izpisúa Belmonte.

    Otras iniciativas: No obstante, los intentos por lograr órganos de laboratorio no han terminado. Uno de ellos es el que
dirige la investigadora Doris Taylor, directora del departamento de Investigación en Medicina Regenerativa del Instituto del
Corazón de Texas (EEUU), en colaboración con el Hospital Gregorio Marañón y la Organización Nacional de Trasplantes,
con el que pretenden realizar órganos fuera del cuerpo. «Estamos a punto de publicar los resultados sobre este proyecto»,
señala Francisco Fernández-Avilés, uno de los principales investigadores españoles de esta investigación y jefe del Servicio
de Cardiología del hospital madrileño. Este proyecto, que nació a finales de 2010 y que tuvo una duración de cuatro años,
consistió en utilizar el esqueleto de órganos como el corazón, procedente de un donante cadáver al que le eliminan todas las
células y se vuelve a repoblar con células madre adultas de un paciente. En su día, señaló que; «Nuestro trabajo es usar
células madre de la médula ósea, de la grasa y del propio corazón para que sean éstas las que vistan de nuevo el corazón, un
órgano muy complejo porque está formado por muchos tipos celulares como las musculares o cardiomiocitos (las más
conocidas), las que forman los vasos, las responsables de los tejidos de conducción y las que dan soporte». A través de un
biorreactor, una máquina que mantiene un determinado ambiente, simulan la situación del cuerpo humano, «hasta cierto
punto, y siempre con imperfección». Cuando esté superada esta etapa, «habrá que ir a un modelo de animal grande, que
seguramente será el cerdo, por afinidades sistémicas con el ser humano, para ver si realmente el órgano creado funciona al
trasplantarlo».

    El fin último de su equipo es lograr un “banco de órganos" o matrices, para estar disponibles para quien los necesite.
Actualmente, en España hay 5.500 personas en lista de espera, de las que entre el 4% y el 6% muere antes de encontrar un
donante, según cifras de la Organización Nacional de Transplates. Se estima que en el mundo un millón de personas
podrían estar a la espera de un trasplante. Este equipo no es el único involucrado en la elaboración de órganos en el
laboratorio. Uno de los principales impulsores de esta estrategia es Anthony Atala, del Instituto de Medicina Regenerativa
de la Universidad Wake Forest (Winston-Salem, Estados Unidos), y que ha logrado desarrollar múltiples tejidos a través de
diferentes estrategias, como el cultivo celular o el de las impresoras en 3D. De esta manera, han desarrollado vejigas,
tráqueas, tejido para piel y riñones, aunque estos últimos no son funcionales. La dificultad de re-elaborar el ambiente del
cuerpo humano por un lado o el ir más allá de estructuras sencillas, como las creadas por Atala, hace que otros grupos
busquen soluciones alternativas para órganos complejos, como la mencionada de Izpisúa o la que han puesto en marcha en
el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).

    El equipo que dirige Manuel Serrano, director del programa de Oncología molecular del CNIO, publicó hace unos meses

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