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LOS
PRODUCTOS
NATURALES
EN
EL
DESCUBRIMIENTO…
La
gran
ventaja
de
los
productos
naturales
es
la
novedad
de
sus
estructuras,
que
difícilmente
podrían
haber
sido
el
resultado
de
un
razonamiento
humano
por
muy
creativo
que
fuese.
Pensemos
en
el
ya
citado
paclitaxel,
en
la
ivermectina,
una
mezcla
de
macrólidos
aislada
de
Streptomyces
avermitilis
que
es
uno
de
los
antihelmínticos
más
eficaces
que
existen
y
genera
ventas
de
alrededor
de
mil
millones
de
dólares
anuales,
o
en
la
ciclosporina
o
el
tracolimus
(FK
506)
(Figura
3),
sustancias
que
también
fueron
aisladas
de
hongos
y
se
emplean
para
evitar
el
rechazo
de
órganos
transplantados
porque
suprimen
la
respuesta
inmune
(15).
Figura
3.
3. ¿SON LOS PRODUCTOS NATURALES MODELOS ADECUADOS PARA LA
BÚSQUEDA DE FÁRMACOS DE ACCIÓN ESPECÍFICA?
Partiendo
del
supuesto
más
que
probable
de
que
los
productos
naturales
se
biosintetizan
para
facilitar
la
interrupción
del
funcionamiento
normal
de
diversas
cascadas
biológicas
y,
en
consecuencia,
producir
la
muerte
de
los
organismos
competidores,
se
discute
si
su
relevancia
en
el
arsenal
terapéutico
se
debe
a
una
aproximación
tradicional
al
descubrimiento
de
fármacos
o
se
corresponde
con
sus
propiedades
intrínsecas,
ya
que
su
propensión
a
interaccionar
con
varias
dianas
biológicas
puede
no
ser
una
ventaja
a
la
hora
de
encontrar
fármacos
dirigidos
a
interaccionar
con
proteínas
expresadas
por
genes
causantes
de
una
enfermedad.
Las
aproximaciones
a
una
terapia
personalizada
requieren
entender
la
relación
entre
los
genes
que
expresan
las
proteínas
reconocidas
como
dianas
de
los
productos
naturales
y
los
asociados
con
las
enfermedades
humanas.
Parece
que
las
dianas
relacionadas
con
las
enfermedades
no
controlan
procesos
aislados
ni
demasiado
esenciales,
situándose
a
mitad
del
camino
que
existe
entre
las
proteínas
esenciales
que
controlan
la
encrucijada
entre
varias
vías
de
señalización,
y
las
que
controlan
el
final
de
estas
rutas.
En
este
escenario,
los
productos
naturales
tenderían
a
interaccionar
con
las
proteínas
esenciales
en
vez
de
con
las
más
específicas,
a
las
que
suelen
dirigirse
los
fármacos
sintéticos.
Este
supuesto
parece
razonable
teniendo
en
cuenta
que
los
organismos
biosintetizan
estos
productos
como
“armas
químicas”
y,
por
tanto,
serán
mejores
cuanto
mayor
sea
su
poder
destructivo
(16).
Sin
embargo,
esta
visión
puede
estar
sesgada
por
el
hecho
de
que
sus
defensores
se
encuadran
en
la
corriente
que
propone
la
síntesis
orientada
a
la
diversidad
(diversity--oriented
synthesis,
DOS),
una
metodología
que
trata
de
maximizar
el
número
de
estructuras
producidas
a
través
de
un
único
esquema
de
síntesis
a
fin
de
disponer
de
un
gran
número
de
ellas
en
cantidades
discretas.
En
cierto
modo,
sus
objetivos
se
contraponen
con
los
de
la
síntesis
de
productos
15