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VOL. 75 (3), 419-466, 2009  DIFERENCIACIÓN SEXUAL: EL FACTOR DE JOST

la morfogénesis de gónadas masculinas y femeninas y, también, la
diferenciación del hipotálamo a nivel cerebral. En la periferia las
gónadas, sin la intervención de las secreciones de los testículos fe-
tales, la testosterona y la hormona anti-müllerian, los embriones
genéticamente femeninos (XX) o masculinos (XY) se desarrollarían
femeninos.

    En la diferenciación sexual cada etapa de diferenciación es una
consecuencia de la anterior de forma muy dependiente y gradual. La
etapa de desarrollo del sexo genético, durante la fecundación, con la
existencia, o no, del cromosoma Y determinará la diferenciación del
testículo en la etapa gonadal y, posteriormente, las secreciones de
las gónadas rigen la determinación del fenotipo con todos los carac-
teres secundarios sexuales en ambos sexos.

    Todo lo enunciado por el Profesor Jost en 1947 se ha cumplido
exactamente. Después de los trabajos iniciados, fundamentalmente,
por Gorski, en 1965, conocemos, además, que lo mismo que sucede
en el dimorfismo gonadal por influjo de las secreciones del testículo
fetal, también la testosterona fetal logra, a nivel cerebral, la diferen-
ciación dimórfica del hipotálamo, en hipotálamo femenino y mascu-
lino, y como consecuencia modifica las secreciones neuroendocrinas
y la conducta sexual. Dicho dimorfismo sexual cerebral estamos
ahora aún comenzando a descubrirlo y estudiarlo. En este dimorfis-
mo sexual cerebral se instalan diferencias de conectividad sináptica
con implicación de neurotrasmisores todavía no conocidas en toda
su complejidad y sabemos, también, que la testosterona, o mejor el
estradiol proveniente de ella, tiene acciones estructurales en deter-
minadas zonas del cerebro, lo cual da diferencias en el volumen y
número celular de ellas, parece ser que por inhibición de la apopto-
sis celular, con diferencias significativas en ambos sexos (35). Tam-
bién está claro que en periodo adulto las hormonas sexuales tienen
una acción activadora de los circuitos neuronales cerebrales que ellas
mismas son capaces de establecer, de forma irreversibles, en etapas
inmaduras.

    En estas épocas tempranas las modificaciones no se limitan pues,
como se pensó en principio, a conformaciones sutiles de tipo conec-
tividad cerebral sino a profundas conformaciones estructurales que
modifican el volumen de determinadas zonas en el cerebro. Es decir,

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