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An. R. Acad. Nac. Farm., 2009, 75 (1): 161-163

Don Antonio Doadrio, de una estirpe valerosa

María Teresa Miras Portugal

Presidenta de la Real Academia Nacional de Farmacia

    Excma. Sra. Doña María Rosa Villarejo, esposa de Don Antonio
Doadrio.

    Hemos escuchado palabras cargadas de emoción, hemos sentido
como nuestras las vivencias de los oradores. Hemos descubierto nuevas
facetas en una personalidad tan rica y labrada como la de Don Antonio.

    Estaba previsto que uno de los oradores que glosaran la figura de
Don Antonio fuera nuestro Presidente de Honor, Don Juan Manuel
Reol, recientemente fallecido. Sé por sus propias palabras la admira-
ción que le profesaba y sin duda en ese cruce de luz hacia otros des-
tinos se habrán encontrado y se lo habrá dicho con las palabras más
hermosas del sobrio castellano de Burgos.

    Yo no tuve la suerte de tener a D. Antonio Doadrio como profesor,
pues llegué a Madrid en cuarto curso de la licenciatura de Farmacia,
pero he de reconocer que su figura elegante y esbelta, su aire distin-
guido, entre celta y suevo, que se correspondía con sus ascendientes
galaicos, dejaba impronta.

    Mis compañeros hablaban de sus clases y de su magisterio con ca-
riño y admiración. Todos habían contraído deudas de las que no se
pagan, ni nadie exige su pago, la deuda de la gratitud por el conoci-
miento.

    Los avatares de mi periplo científico me alejaron pronto de la
Facultad de Farmacia de Madrid. De este modo, años más tarde, al
primero de los hijos de don Antonio que conocí fue a Juan Carlos,
pues pertenecíamos al claustro de la Universidad Complutense. Más
tarde en el año 2000, cuando tuve que organizar el congreso interna-
cional “Purinérgico 2000” con muchos participantes y problemas, acu-
dí a él en busca de ayuda, cuando ocupaba un elevado cargo en la
Comunidad de Madrid.

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