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FRANCISCO JAVIER PUERTO SARMIENTO  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

co carácter universitario, su compromiso con sus alumnos y su amor
hacia su propia disciplina.

    En tercer lugar el permanente interés en hacer de su materia, la quí-
mica inorgánica, algo útil para los farmacéuticos, situándose de mane-
ra inteligente en posición de interdisciplinaridad, excediendo los límites
tradicionales de su ciencia, desde la búsqueda de la utilidad farmacoló-
gica de sus conocimientos. Esto lo hizo no como fue habitual durante
el siglo XIX, en donde las ciencias aplicadas a médicos y farmacéuticos
suponían una simple limitación de los conocimientos puramente cien-
tíficos, sino ampliándolos desde la renovación y la visión multidiscipli-
nar de su materia. Esta inteligente y avanzada postura requiere unos in-
mensos conocimientos, pero es extraordinariamente útil y atractiva.

    No quedaría clara la figura científica del Profesor Doadrio sin dar
cuenta de su extrema elegancia personal e intelectual. Él, como que-
rían los hipocráticos, supo hacer y hacerlo bien, con armonía y belle-
za. Por eso, fueran cuales fueran los sentimientos personales del alum-
nado hacía él –siempre cambiantes en función de las notas- quedaba
una invariable admiración y respeto. No es inútil recordar que sus cla-
ses estaban siempre abarrotadas, que no se necesitaban complemen-
tos docentes, recibidos fuera de las aulas, para superar su compleja
disciplina, que hacía parecer fáciles las cosas complejísimas lo cual
es testimonio de su sabiduría y que el mayor reconocimiento recibi-
do –aunque el más fugaz– fue el de la admiración anual de quienes
recibimos su docencia.

    Doadrio fue un hombre talentoso, seguramente de nacimiento,
pero supo multiplicar lo recibido, no sólo en el ámbito científico, tam-
bién en el institucional y en el profesional. De todos ellos, el más im-
presionante al parecer de quien esto escribe, es el reconocimiento y
la admiración de sus alumnos de cada curso.

    La Real Academia Nacional de Farmacia ha de cuidarse de guardar
la memoria de sus miembros. Lo hace desde la exposición objetiva de
la excelencia profesional de quienes la componen, pero también debe
sentirse especialmente satisfecha cuando alguno de los suyos, como el
Profesor Doadrio, alcanzó también el cariño de sus alumnos.

    El día de hoy es de tristeza por el académico que ya no podrá acom-
pañarnos nunca más, pero también de alegría al ver una vida realiza-

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