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Mª CARMEN DE LA ROSA JORGE  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

al Profesor D. León Villanúa en el año 1965 (hace ya 40 años), en la
Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid
donde yo era alumna de la asignatura de Bromatología y Toxicología
que el impartía con D. Román Casares. Recuerdo de aquel tiempo
que destacaba por su amabilidad y por su trato cercano y compren-
sivo con los alumnos lo que no era muy frecuente en aquella época.
A mí, entonces, me parecía un profesor ya mayor (y no tenía ni 50
años) que cojeaba debido a una poliomielitis que había sufrido de
adulto, lo que me impresionó bastante. No podía suponer que, años
mas tarde, cuando nuestra relación profesional y académica se con-
virtió en amistad y me contaba sus diversas operaciones y caídas por
esta dolencia, iba a ser motivo de mi admiración por él, por su
entereza y ganas de superación. Nunca caía en el desaliento, incluso
cuando tuvo que permanecer en silla de ruedas, hacía bromas de su
situación, diciendo que no iba de viaje en avión porque con tantos
«clavos» como le habían puesto sonaban los detectores de metales y
no pasaba los controles de los aeropuertos.

    Como Profesor, explicaba con gran corrección y profundo cono-
cimiento los temas de Toxicología que a mí me interesaron mucho,
pues el «estudio de los venenos» tenía un hálito misterioso y prohi-
bido. Nos hablaba de los famosos envenenadores antiguos como la
romana Locusta que asesinó al emperador Claudio con hongos vene-
nosos y la familia Borgia que utilizó el arsénico en la Italia del siglo
XV, sin olvidar temas más cercanos y novedosos como la relación
del tabaquismo con el cáncer de pulmón que fue la última lección
del programa.

    Posteriormente, al convertirme yo en Profesora de Microbiología,
volvimos a relacionarnos no sólo en la Facultad de Farmacia, donde
ambos éramos Profesores, sino también a través de la Sociedad
Española de Bromatología de la que D. León fue Secretario, Presi-
dente y editor de la revista Anales de Bromatología. Yo era socia de
esta Sociedad por mi línea de investigación en Microbiología de los
alimentos y algunos de mis trabajos fueron publicados en dicha
revista. Recuerdo su trato afable y cariñoso y sus atinados consejos
en la redacción de los trabajos.

    Pero, volvamos al motivo de esta intervención. D. León Villanúa
había tomado posesión como Académico de Número de esta Real

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