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BERNABÉ SANZ PÉREZ  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

que no cito a favor de la brevedad. Por lo que se refiere a las dos
últimas instituciones mencionadas, nada tiene de extraño que qui-
sieran contar con León en sus reuniones y deliberaciones puesto que
era un científico respetado internacionalmente en el campo del ca-
cao y el chocolate. Sus amigos sabíamos que era mucho más: cono-
cía como pocos, sus propiedades organolépticas y sabía cuando es-
taba en el punto justo para gozar, en toda su plenitud, del placer de
degustarlo. A veces, en la cafetería Rocablanca, cercana a la Acade-
mia, ante sendas tazas de chocolate, disfruté escuchándole las mil y
una anécdotas que este genial especialista y gourmet conocía sobre
tan dulce manjar.

    Como asesor científico aconsejó a diversas empresas alimentarias
y farmacéuticas, como Lucta, S. A., dedicada a la elaboración de
aromas alimentarios, y Claudio Bárcia, S.A., empresa importadora y
distribuidora de productos químicos y farmacéuticos.

    Sus investigaciones se recogen en más de un centenar de publi-
caciones sobre aditivos y contaminantes alimentarios, tanto orgáni-
cos como minerales, análisis de alimentos, sobre todo aceites culina-
rios y aguas, y aún tuvo tiempo para mejorar ciertas técnicas
analíticas muy usadas en Bromatología. Fue un observador agudo,
ordenado, paciente y meticuloso al que sus alumnos siempre respe-
taron, como profesor y analista, ya que con su ejemplo les inculcó
siempre orden, paciencia y meticulosidad en el trabajo.

    Colaboró frecuentemente con la cátedra de Farmacia Galénica de
la Universidad de Nantes que dirigía el Profesor Rouzet, con quien
mantenía una fraternal amistad y con quien coincidía en las reunio-
nes del Centro Europeo de Investigación de Aromas materia ésta por
la que sentía especial atracción y que fue el tema de su discurso de
ingreso en esta RA. En las reuniones participaban los mejores espe-
cialistas europeos en aromatizantes, como Verain (de Grenoble),
Fenaroli (de Milán), Marion (de Nestlé en Vevey, Suiza), di Giacco-
mo (de Regio Calabria), Grundschober (de la Organización Interna-
cional de Industrias alimentarias), y otros muchos.

    Desde que en 1950 tomó posesión de su plaza de Académico
correspondiente, hasta que en 1980 leyó su discurso de ingreso, como
Académico de número, don León Villanúa colaboró gustoso y con
acierto en el quehacer académico y en cuantos trabajos se le enco-

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