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El Excmo. Sr. D. León Villanúa Fungairiño
como docente, investigador y académico
BERNABÉ SANZ PÉREZ
Académico de Número de la Real Academia de Farmacia
Por encargo y en nombre de la Real Academia Nacional de Far-
macia me veo en la obligación de intervenir en esta sesión necroló-
gica en recuerdo y homenaje de nuestro amigo y compañero, Excmo.
Sr. D. León Villanúa Fungairiño.
En este momento me embargan dos sentimientos: Uno verdade-
ramente doloroso, la certidumbre de su despedida definitiva, con lo
que ello significa para quienes tantas veces hemos disfrutado de su
trato afable y optimista y otro gratificante, por la oportunidad y
satisfacción que me depara el rendir públicamente un póstumo ho-
menaje a un amigo entrañable, excelente profesor y magnífico aca-
démico, merecedor siempre de un recuerdo cariñoso y con quien he
compartido, durante más de medio siglo, afanes y esperanzas en el
progreso de la Bromatología, ciencia a la que ambos nos entrega-
mos.
Conocí al profesor Villanúa a primeros de marzo de 1955, cuando
a los tres años de terminada mi licenciatura en Veterinaria, en la
Universidad de Zaragoza, me matriculé por enseñanza libre en la
Escuela de Bromatología de Madrid, antecedente de las que serían,
cinco lustros más tarde, las facultades de Ciencia y Tecnología de los
Alimentos. La Escuela de Bromatología, que nació por el empeño del
profesor don Román Casares, académico que fue de nuestra Institu-
ción, y de unos pocos especialistas en diversas facetas de las ciencias
alimentarias, entre los que sobresalía León Villanúa, se ubicó en la
cátedra de «Bromatología, Toxicología y Análisis Químico Aplicado»
de la Facultad de Farmacia de Madrid. La profesora doña Esperanza
Torija, una se sus mejores alumnas y su sucesora en la cátedra de
Bromatología, se referirá con más detalles a lo que fue esta Escuela.
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