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VOL. 72 (2), 235-281, 2006  LA EVOLUCIÓN Y EL ASCENSO BIOQUÍMICO-MOLECULAR...

no de la cultura y en ella encuentra su propio equilibrio. Como lo ha
expresado el Doctor Manuel Losada: «creer con confianza en el hom-
bre, buscar sinceramente la verdad por encima de todo, incluso de las
propias creencias, ideologías e intereses, y practicar el bien a ultran-
za, siguiendo la enseñanza de los sabios y el ejemplo de los santos, pa-
recen ser las más seguras, preciadas y preciosas guías para que la in-
teligencia y la conciencia, la mente y el corazón no pierdan el norte y
encuentren y sigan el verdadero camino en la vida» (44). El hombre
de ciencia ayudará verdaderamente a la humanidad si conserva su
sentido de trascendencia sobre el mundo y el del bien sobre el mal.
Para servir a la causa de los demás hombres, el científico debe man-
tener ante la sociedad una alianza permanente entre ciencia y concien-
cia. A decir de B. Glass, la Ciencia ya no es, ni puede serlo nunca más,
la torre de marfil del recluso, el refugio del hombre asocial.

    Juan Pablo II, en un memorable discurso ante la UNESCO (45),
expresaba que «para crear la cultura hay que considerar íntegramen-
te al hombre como portador trascendente de la persona y hay que
afirmarlo por él mismo, y no por ningún otro motivo sino en razón
de la particular dignidad que posee». Y agregaba:

    «Quiero decir en voz alta aquí, en la sede de la UNESCO, con
respeto y admiración: ¡He aquí al hombre! (¡Ecce homo!). Quiero
proclamar mi admiración ante la riqueza creadora del espíritu hu-
mano, ante sus esfuerzos incesantes por conocer y afirmar la iden-
tidad del hombre: de este hombre que está siempre presente en todas
las formas particulares de la cultura».

                                 AGRADECIMIENTO

    El autor agradece a su esposa, la Dra. Amalia Muñoz de la Peña
B., su valiosa e importante colaboración en la revisión y edición del
presente trabajo.

                                   BIBLIOGRAFÍA

(1) SAPAG-HAGAR, M. (2002): «Los universales biomoleculares y la unidad bioquí-
       mica del hombre: sus proyecciones biomédicas». Anales Real Acad. Doctores
       (Madrid) 6 (1): 143-174.

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