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VOL. 72 (1), 83-103, 2006 DERECHOS DE LOS ANIMALES VERSUS INVESTIGACIÓN...
cifras alarmantes: 226 muertos menores de un año, por mil nacidos
vivos, y 39 entre los de uno y cinco años, o sea, 265 por mil en meno-
res de cinco años. En algunas instituciones, como las inclusas madri-
leñas, la mortalidad en el período 1881-1890 alcanzaba al 78,5% de los
niños ingresados antes de cumplir un año (Navarro, 2002). Es decir, a
finales del siglo XIX el programa más grave de la salud pública era una
aterradora mortalidad infantil. Una cuarta parte de los niños morían
en sus primeros años, de ellos, la mitad, por diarreas y bronquitis o
neumonías. En 1900, la esperanza de vida en España, una potencia
europea de tipo medio, era de 34,77 años.
Un ejemplo de cómo el progreso científico, la sanidad, el desarro-
llo de nuevos fármacos y la investigación han marcado la Historia de
nuestro país puede ser valorar la situación en la llamada catástrofe
del 98. La gran crisis que supone para España la Guerra de Cuba con
la siega de una generación de jóvenes, la destrucción de la flota y la
pérdida definitiva de las colonias de Ultramar tuvo un culpable prin-
cipal distinto al normalmente señalado: el paludismo. Rico-Avello
que ha estudiado la influencia del desarrollo sanitario en la Guerra
de Cuba piensa que más que una derrota militar fue un desastre
sanitario, pues «en la campaña cubana, con un ejército de 200.000
hombres, fueron asistidos en los hospitales 232.714 enfermos, que
causaron 3.680.245 estancias hospitalarias, falleciendo 10.610». Ese
mismo año (1896), el número de heridos de guerra fue de 7.270 con
363 defunciones. De hecho en los dos años siguientes la situación
aún se exacerba. En octubre de 1896 se decreta la concentración de
la población rural en las ciudades y pueblos por el Capitán General
Valeriano Weyler y Nicolau, para evitar el apoyo de los campesinos
a los insurgentes. Esta política se mantiene hasta marzo de 1898 y
los resultados son terribles: De 1896 a 1897 se pasa de 2.107 falle-
cidos por paludismo en La Habana a 12.702, el número total de
fallecimientos, principalmente por las enfermedades infecciosas,
pasa de 14.624 a 46.219. En 1898, el último año de presencia de
España en la isla, se registraron 21.252 defunciones en La Habana.
En 1899, primero de la ocupación norteamericana, la cifra se reduce
a 8.153 y el año 1901 sólo hubo 5.720. Dos factores parecen clave:
el descubrimiento del papel de los mosquitos en la transmisión del
paludismo, realizado en 1897 por Ross y las actuaciones higiénicas
y de erradicación de mosquitos puestas a cabo por Gorgas, respon-
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