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CARMEN AVENDAÑO AN. R. ACAD. NAC. FARM.
La aspirina se utiliza actualmente por inhibir COX-1 en la pre-
vención y tratamiento de infartos de miocardio, pero los inhibidores
selectivos COX-2 pueden tener un riesgo potencial, ya que al blo-
quear los efectos beneficiosos de la prostaciclina y mantenerse la
producción de tromboxano pueden aumentar la presión sanguínea y
el riesgo de trombosis.
La COX se consideró en un principio una enzima de expresión
estable, por lo cual, la biosíntesis de prostaglandinas era dependien-
te sólo de la disponibilidad de su sustrato: el ácido araquidónico.
Posteriormente se encontró que COX podía estimularse o inhibirse
por varios compuestos químicos, y que en el tejido sinovial de ani-
males y pacientes con artritis sus niveles estaban aumentados. En
1989 se descubrió que la IL-1 induce una mayor actividad COX en
los fibroblastos (12), en 1990 que la actividad COX inducible (pero
no la basal) es inhibida por esteroides (13), y en 1991 se clonó la
COX inducible (14), observándose un 60% de identidad entre ambas
pero importantes diferencias en varios aminoácidos. También se
confirmó su inducción por citoquinas y factores de crecimiento como
TNF, y su regulación por esteroides y otros factores (glucocorticoi-
des e IL-4 la inhiben). La inducción de COX-2 produce fiebre, infla-
mación y dolor. También parece establecida su implicación en otros
procesos como el cáncer (especialmente de colon) o el Alzheimer.
Los primeros efectos se deben a que las prostaglandinas actúan si-
nérgicamente con varios mediadores de la inflamación, como son la
bradiquinina y la histamina.
La hipótesis de trabajo al descubrir ambas isoenzimas fue: inhi-
bir la COX basal, que tiene una acción homeostática, es perjudicial;
mientras que inhibir la inducible es deseable (15, 16). Como era de
esperar, desde un primer momento se observó que la toxicidad gas-
trointestinal de los inhibidores de COX es menor cuanto mayor es su
selectividad hacia la isoforma COX-2 (Figura 2). En contraste con los
AINEs tradicionales, los nuevos COXIBs («COX inhibitors») no tienen
toxicidad gástrica por inhibir selectivamente la isoforma COX-2.
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