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BARTOLOMÉ RIBAS OZONAS  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

nueva Cátedra de Toxicología en la Universidad de las Islas Baleares,
después de ayudar a la creación de la titularidad, Don Ángel reflexio-
nó y me dijo: «¿vale la pena irse cuando usted tiene en Madrid, ya
funcionando, un mejor Departamento, que no alcanzará allá con los
años antes de jubilarse?» Nada más acertado. Don Ángel tenía las
ideas claras, como también su espiritualidad.

    Don Ángel era un hombre creyente, hondamente cristiano, y es
que, en el corazón y en lo profundo de la mente, el ser humano es
espiritual. Muchos le hemos oído acabar su intervención en una
Sesión Necrológica diciendo: «Vita mutatur, non tollitur», la vida
cambia, no se nos quita. Él fue fiel con la creencia heredada de los
mayores, y que, abandonada por muchos, causa un vacío espiritual
en la sociedad que vivimos. Un gran porcentaje de seres humanos,
como entes espirituales, necesitan de Dios; otros con una fuerte
vocación que ocupa su vida, sencillamente renuncian a Él, sin con-
secuencias inmediatas, en el ámbito de lo moral, del trato humano
y en su estilo de vida. Pero la ausencia de Dios, en la gran mayoría
de la sociedad, es causa de falta o carencia de principios morales y
virtudes humanas. Somos testigos de lo convulsa que vive la huma-
nidad. Los docentes de Humanidades han estado en lucha para su
subsistencia, como hemos vivido por las sucesivas recogidas de fir-
mas, para la defensa del Griego, el Latín y la Historia del Arte. En
el mismo sentido, la Religión pasa por una época de inquietud para
sus profesores, los padres y los alumnos, cosa inmerecida en un país
democrático, con libertades y derechos humanos. Don Ángel me
comentó que «la Humanidad está hoy deshumanizada, valga la re-
dundancia». Tenía plena razón, cuando hemos visto que en el texto
del Tratado, previo para la Constitución Europea, se ha evitado
expresar las raíces cristianas, considerado el más fuerte lazo entre
todos los países que la forman. Los dirigentes políticos de, no sólo
nuestro país, sino también en otros de civilización occidental cristia-
na, se empeñan en borrar todo vestigio religioso y los valores de
nuestra sociedad. Sin embargo, la faceta espiritual del hombre es
propiedad indiscutible de vivir en libertad y de ser feliz, y esto
es válido para todos los seres humanos, con rectitud de intención de
cualquier religión.

    Nunca oí a Don Ángel críticas a la Iglesia ni a otra religión.
Algunos grandes hombres que han tenido espíritu crítico o irónico

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