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VOL. 71 (4), 1033-1036, 2005  NECROLÓGICA DON ÁNGEL SANTOS RUIZ

    Tomé conciencia de todos estos datos y de la ingente labor e im-
portancia de Don Ángel para la SEBBM, cuando en 1996 fui elegida
Secretaria de la sociedad, cargo que desempeñé durante dos años
como electa y otros cuatro en funciones hasta septiembre de 2002.
Durante esos años una mirada cuidadosa a las memorias me hizo
reflexionar profundamente sobre el pasado y constatar la suerte que
para la SEB supuso que los fundadores y pioneros fueran científicos
y docentes de gran inteligencia y de gran coraje.

    Me he preguntado muchas veces si realmente Don Ángel fue siem-
pre como lo conocimos: prudente, reflexivo, sereno, sopesando cada
uno de sus actos con una racionalidad absoluta, o si alguna vez fue
un joven muy alegre, buen bailarín, amante de la poesía y buen
hacedor de versos, buen estudiante y despreocupado, con todo el
tiempo por delante. ¿Qué circunstancias hicieron de Don Ángel la
pieza clave para mantener la antorcha de la Bioquímica en la pau-
pérrima posguerra española? ¿Qué fuerza le permitió sobrevivir en
su noche oscura del alma? ¿Su excepcional inteligencia? ¿Su bonda-
doso corazón? o ¿Sus inamovibles convicciones morales? ¿Qué refu-
gio construyó su mente para estar a salvo de la desesperación y del
derrumbe?

    Me gusta pensar que su mente jugó con las moléculas que cons-
tituyen los seres vivos, que las habrá imaginado de una y mil formas,
que habrá diseñado todas las transformaciones metabólicas posi-
bles, algunas seguramente pendientes de ser descubiertas, y que de
este modo la Bioquímica fue su guarida secreta, un mundo limpio,
ordenado y hermoso donde todo eran y son horizontes, sin fronteras
y sin límites. Sin duda pertenece don Ángel, por derecho propio, a
la estirpe de los grandes maestros que son además hombres de su
época y que son capaces de reconducir los cauces del pensamiento
hacia la racionalidad y la esperanza.

    Era además, Don Ángel, una persona muy jovial, permítanme
que recuerde alguna anécdota. En 1977 el Departamento de Bio-
química era mayoritariamente femenino, y ese año tres jóvenes,
inteligentes, alegres y trabajadores empezaron su tesina conmigo,
Don Ángel estaba encantado y les llamaba los tres mosqueteros de
M.ª Teresa que, efectivamente, eran tres. Cuando antes de las sesio-
nes en esta Academia nos interesábamos mutuamente por las res-

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