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Don Ángel: maestro y amigo
BARTOLOMÉ RIBAS OZONAS
Académico de Número de la Real Academia Nacional de Farmacia
Excmo. Señor Presidente, Excmas. y Excmos. Señoras y Señores
Académicos, Doña Carmen, Mamen, Eduardo, Mari Chari y Miguel
Ángel, nietos y biznietos, Señoras y Señores:
Los grandes hombres que nos han precedido en todas las épocas
han dejado el ejemplo de su vida para las generaciones posteriores.
Don Ángel ha sido uno de ellos. Era una persona que marcaba a
todo aquél con quien se relacionaba.
¿Cómo conocí a Don Ángel? En la Facultad de Farmacia de San-
tiago de Compostela se comentaba que el Profesor Santos Ruiz for-
maba una Escuela de Bioquímica en Madrid. Como tenía ilusión de
trabajar en ese Departamento, solicité realizar las prácticas de alfé-
rez-piloto en el Aeródromo de Torrejón de Ardoz. Una vez en Ma-
drid, fui a visitar su Departamento y me encontré con un grupo de
jóvenes entusiastas, que les azuzaban por salir tarde y poder cerrar
la Facultad. Allí estaba y me recibió como cabeza de serie, de estelar
carrera, nuestro compañero Académico Federico Mayor Zaragoza,
quien me presentó a Don Ángel, que asintió y me saludó cordialmen-
te, y a su vez a la fiel colaboradora Carmen García del Amo, la
responsable de la Sección de Radiactividad, a Miguel Dean Guelben-
zu y Manuel Sanz Muñoz, que aumentaban la masa crítica científica
del Instituto de Bioquímica. Los jóvenes brillantes colaboradores
que allí trabajaban eran: María Cascales, Francisco Ferrándiz, Ángel
Díez Taladrid, Pedro Marcos, Ana María Galarza y Marisa Begué.
Precisamente, en nuestro viaje fin de carrera de Santiago, patrone-
ados por los profesores Cadórniga y Vieitez, bien conocidos en esta
Real Academia, visitamos el Departamento de Bioquímica de Don
Ángel, como el más significativo de una Facultad de Farmacia.
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