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JOSÉ ANTONIO CABEZAS FERNÁNDEZ DEL CAMPO  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

aquella etapa inicial de su fecunda estancia en Cataluña redactando
en forma de texto el abundantísimo material didáctico que, muy
elaborado, le suministró Don Ángel. A las ediciones de «Tratado de
Bioquímica» aparecidas en 1961, 1965, 1968, y 1971, sucedió la úl-
tima, de 1977 —ya fallecido Vicente Villar—, en la que tuve el honor
de figurar como coautor juntamente con ambos maestros.

    Sinceramente, creo que bajo la dirección del Profesor Santos, «sí
se han llegado a “crear vigorosas síntesis y sistematización del saber
para enseñarlo”», como preconizaba Ortega con acierto en su dis-
cutida obra «Misión de la Universidad»; y ello se logró «gracias al
“talento integrador” del titular de tal Cátedra» (4).

    A pesar de lo que a veces se dice y se repite, según afirmaba la
prestigiosa y nada sospechosa figura del Profesor Pedro Laín En-
tralgo en diciembre de 1977 en Salamanca, «no todo en nuestra
Universidad fue erial o ignorancia en los últimos cuarenta años
[entre 1977 y aproximadamente 1939]. Continuando como pudieron
una tradición minoritariamente iniciada a finales del siglo XIX y
creciente en anchura a lo largo del siglo XX, no pocos de sus pro-
fesores enseñaron sus disciplinas al día, y algunos de ellos (...) su-
pieron edificar una obra más que presentable» (5).

    Fácilmente puede deducirse que entre estos modélicos profesores
se hallaba el Catedrático Santos Ruiz.

    2.º Otro aspecto relacionado con la docencia de dicho profesor
es el de la atención cuidadosa que concedía a sus colaboradores (Ad-
juntos y Ayudantes). Dándonos plena autonomía y responsabilidad,
alentándonos a introducir algunas innovaciones, él estaba al corrien-
te de la calidad de nuestras clases. A veces, esta información le fue
facilitada espontáneamente por Delegados de Curso, como (en mi
etapa de Adjunto) sucedió con nuestro actual colega de Academia
Emilio Muñoz Ruiz.

    A los Adjuntos nos asignaba impartir las clases de los miércoles,
empezando por los temas de glúcidos, inicialmente de la Bioquímica
Estructural y luego de la Metabólica, haciéndonos cambiar en cada
nuevo curso a los restantes capítulos. Así pudimos adquirir la máxi-
ma experiencia docente en relativamente poco tiempo, que permiti-
ría afrontar aceptablemente el desarrollo de la siempre temida «lec-
ción del encierro» correspondiente al cuarto ejercicio de las rigurosas

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