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JOSÉ ANTONIO CABEZAS FERNÁNDEZ DEL CAMPO  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

— Su función como consejero o asesor en el Ministerio de Edu-
    cación —denominado certeramente de «Educación y Ciencia»
    durante algunos años, por iniciativa de otro muy insigne aca-
    démico de esta Corporación, ya fallecido, el Profesor Don
    Manuel Lora Tamayo—, institución con la que prolongada-
    mente colaboró Don Ángel y cuyo comentario no procede
    hacer aquí, ahora.

    Deliberadamente, prescindiré también de realizar un análisis de
su fecunda labor investigadora, a su vez íntimamente relacionada
con su actividad como máximo representante de la Bioquímica es-
pañola en organismos internacionales, logrando su gestión superar
las barreras de aislamiento sufridas por nuestro país en la posguerra
europea, gracias a su relación con el insigne Profesor J. E. Courtois
(de París) inicialmente, y seguida esta conexión mediante la estable-
cida con numerosas naciones europeas y americanas; hasta que Don
Ángel cedió voluntariamente el desempeño de tales puestos a otras
personas que han proseguido acertadamente su labor.

    Tampoco abordaré el comentario de su ingente obra en relación
con esta Academia y con la de Medicina. Sus facetas investigadora
y estrictamente académica o la religiosa, así como su decisivo papel
como cofundador de la inicial Sociedad Española de Bioquímica a
comienzos de la década de 1960 y otras serán hoy brillantemente
tratadas por sus también discípulos Académicos Doctores Federico
Mayor Zaragoza, María Cascales, Bartolomé Ribas, M.ª Teresa
Miras y Ana M.ª Pascual-Leone, respectivamente.

                                               III

    En relación con la faceta docente del Profesor Santos Ruiz, per-
mítaseme indicar, siquiera sea con brevedad, algunos aspectos como
los siguientes:

    1.º La altísima calidad de sus clases teóricas, expuestas con rigor
científico, claridad y rapidez, con visión integradora de los temas
y complementadas con el comentario del contenido de tablas pa-
cientemente escritas de antemano en las amplias pizarras laterales
—pues la pizarra central quedaba reservada para los esquemas o

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