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GASPAR GONZÁLEZ GONZÁLEZ AN. R. ACAD. NAC. FARM.
la sesión inaugural del curso 2003-2004 (18), dedicado a la memoria
del profesor Ángel Vián. Este discurso fue un espléndido resumen de
todas aquellas cuestiones objeto de su preocupación docente e inves-
tigadora a lo largo de su vida académica. Después de una breve intro-
ducción y síntesis en las que justifica la elección del tema y expone
su doctrina basada en la propia experiencia y en las enseñanzas de
sus ilustres predecesores, especialmente de José M.ª Albareda Herre-
ra, sobre los usos, composición, estructura y funcionalidad del suelo
agrícola, hace referencia a los fenómenos que contribuyen a su des-
trucción como los procesos naturales de erosión, y la «colaboración
indolente del hombre», acción antropogénica que ha empezado a per-
cibirse con toda su intensidad en el primer tercio del siglo pasado
dando lugar a la denominación de antropoceno, o era antropológica
al último período geológico del planeta. De estos procesos antropogé-
nicos separa los fenómenos contaminantes que tienen su origen en
sectores económicos ajenos a los suelos de cultivo, de las malas prác-
ticas agrarias u otras actividades directamente unidas a la producción
agrícola, dentro de las cuales incluye la búsqueda de nuevos suelos de
cultivo, la conservación de la materia orgánica y el conjunto de secue-
las incorporadas por la agricultura intensiva caracterizada por un alto
consumo de energía de apoyo como consecuencia de la mecanización,
el consumo de fertilizantes, fitosanitarios y herbicidas, el incremento
de los regadíos y la selección genética que exigen críticamente las
nuevas formas de agricultura sostenible o de conservación y de preci-
sión. La contaminación del suelo a que suelen dar lugar fue objeto de
su análisis, así como los sistemas físicos, químicos y biológicos (bio-
rremediación y fitorremediación) para su recuperación.
6. El compromiso social y ético. La ética del medioambiente
El Doctor Segundo Jiménez, agroquímico comprometido con el
medio ambiente y el desarrollo social, no era uno de esos «bárbaros
especialistas» que, creo recordar, fustigaba Unamuno. Manifestaba
su preocupación por el bienestar de la humanidad; y así las dispo-
nibilidades y la calidad del agua, la producción de alimentos y el
hambre fueron objeto de varias conferencias y trabajos (27-29).
Tenía, además, una faceta humanística que le llevaba a preocuparse
por los problemas de orden ético que resultan del estar del hombre
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