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VOL. 71 (4), 965-977, 2005  NECROLÓGICA DON SEGUNDO JIMÉNEZ GÓMEZ

en la naturaleza; problemas exacerbados a partir de los sesenta
cuando se toma plena conciencia de los peligros que entrañan para
la humanidad la ciencia y la técnica en su afán por ponerlas, sin
restricciones, a su servicio. En uno de sus escritos afirmaba que «La
ética ambiental y educación subsiguiente tienen que estar presididas
por la idea de que lo que la humanidad tiene, todo lo que posee de la
Tierra procede y a la Tierra ha de volver, pero de nosotros depende que
su retorno se produzca en condiciones de reversibilidad y susceptible
de ser reutilizado por las generaciones futuras» (26).

    La ética de su medioambientalismo rechazaba tanto el antropocen-
trismo exagerado aún vigente, que puede llevar al abuso de la natura-
leza, como la ecología profunda, surgida de las ideas de algunos filó-
sofos escandinavos y australianos, con una visión holística que prima
a la comunidad biótica frente al individuo —el todo (las comunidades
bióticas, por ejemplo), no sólo tiene un valor superior al de cualquie-
ra de las partes que lo constituyen (los individuos), sino que supera al
de la suma de sus partes—, con su correlato: el biocentrismo igualita-
rio, teleológico, de Paul Taylor que postula que todas las formas de
vida, incluida la humana, tienen el mismo valor intrínseco y el mismo
derecho a que se respete su propio bien y que, en resumen, margina
al hombre. El doctor Jiménez Gómez, en el Epílogo de su conferen-
cia, «Ética y educación ambiental: recursos imprescindibles» advierte
del peligro de caer en estas posturas cuando señala que «Una cosa es
promover la conservación de los valores bioculturales y otra introducir-
se en el peligroso campo de la ecología profunda en el que se abandona
el humanismo para abrazar un biocentrismo igualitario. Eso sería como
si el hombre renunciara al uso de la razón: es decir, como si renunciara
a ser hombre, lo cual de hecho sería peor que su propia desaparición
como especie» (26). Nuestro añorado académico conjugaba el huma-
nismo con su cristianismo, en la medida en que ambos basan su doc-
trina o actividad vital en una concepción integradora de los valores
humanos, aunque en el último se da la suprema importancia a la
Verdad y a la Caridad que coinciden en Cristo.

7. Segundo Jiménez: el hombre

    Mi íntima relación con Segundo Jiménez, resultado de nuestra
convivencia en multitud de eventos académicos y sociales, me per-

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