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FEDERICO LÓPEZ MATEOS AN. R. ACAD. NAC. FARM.
tonio Mingarro Satué que junto a Don Vicente Aleixandre Ferrandis
fueron los grandes de la Física y la Química del bachillerato por su
saber, sus libros y por su personalidad profesional. ¡Cuántas voca-
ciones despertaron aquellos estupendos catedráticos de instituto!
Descubrió la Química de la mano de Mingarro y le debió parecer
un sueño cuando doce años más tarde se encontró trabajando con
él en Piritas Españolas, la empresa que se ha llevado, al menos, la
mitad de su quehacer profesional.
Los estudios de la licenciatura en Ciencias, sección Químicas, los
realizó en la Universidad Central, a caballo entre San Bernardo y la
Ciudad Universitaria. Era una carrera monolítica estructurada sobre
once disciplinas, aunque algunas tenían asignaturas en dos cursos.
Es evidente cuál debía ser el alcance de la Química española en
aquel momento: mucha Química Inorgánica, bastante Química Ana-
lítica, poca Química Orgánica y de Química Industrial, reflejo de la
industria química española, prácticamente nada. Estaba casi todo
por hacer.
Todavía, antes de iniciar el desarrollo profesional de su carrera
tuvo que dedicar casi un año a realizar el servicio militar en la Mi-
licia Universitaria. Visto a la distancia de 60 años, se recuerda como
algo que formaba parte de la vida de los universitarios aunque te
machacaba dos veranos y luego, al acabar la carrera tenías que estar
seis meses, ya de alférez, en un cuartel. A cambio, en esos meses,
recibías el sueldo de oficial, tentador para muchos licenciados que
no habían visto juntas como propias 2.000 pesetas hasta entonces.
Aquel joven licenciado no atendió a la tentación, de modo que se
encontró al iniciarse el curso 1948-49 deseando ser un químico útil,
con muchas ganas de trabajar pero con unas perspectivas poco cla-
ras en aquellos momentos pobres para la Ciencia, la Técnica y la
Economía española.
Yo creo que tuvo la intuición de que la actividad académica podía
ser el camino para progresar siguiendo su profesión, sabiendo siem-
pre que las horas de estudio y reflexión eran sus herramientas. Como
tarea central decidió iniciar los estudios de doctorado bajo la direc-
ción del catedrático de Química Analítica de la Universidad Central,
Don Fernando Burriel Martí, y entró en contacto con el Instituto de
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