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F. GONZÁLEZ DE POSADA ANAL. REAL ACAD. NAL.FARM.
fía (2) excepcionalmente bella además de documentalmente rica. Las re-
laciones con Carmen Castro –bocadillo, decía ella, entre su padre Améri-
co Castro y su esposo Xavier Zubiri- se intensificaron y con ella de anfi-
triona entré en relación con Severo Ochoa. Esta solemne ocasión presen-
tiza entrañables recuerdos y renueva el encuentro con sus ideas en franco
diálogo y tenso debate.
A mí me había sorprendido sobremanera la expresión del biólogo
molecular asturiano tan suya, por radical y reiterada, de que <<hasta el
amor se explicará desde las partículas elementales>>. El amor, considera-
do aquí como la máxima manifestación en complejidad de un fenómeno
biológico; las partículas elementales, las de la Física (en esos momentos y
ahora, básicamente, las consideradas como constituyentes últimos de la
materia, quarks y gluones). Por otra parte, en el Discurso inaugural del
curso 1997 en esta Real Academia, Rodríguez Villanueva recuerda en sus
Impresiones sobre Severo Ochoa otras expresiones de sentido cualitati-
vamente análogo aunque en otros dos niveles menos extremos: <<la pa-
sión que vivía Severo Ochoa cuando, según sus palabras, “pretendía com-
prender la vida a nivel molecular”>> (3) y, en otro lugar, <<manifestaba
su convicción de que “lo que funciona en la vida es la física y la química,
nada más”>> (4). En mi condición de modesto profesional de la Física,
“increyente” en numerosos aspectos de los que presume el conocimiento
actual de mi ciencia, un Premio Nobel en Biología, se me manifestaba
con absoluta convicción, y continúo con palabras mías, como “creyente”
de hecho en que la Biología sería pronto un capítulo más de la Física. So-
bre el tema hablamos en Madrid y durante nuestra estancia en San Sebas-
tián siempre con Carmen Castro como testigo, amiga común y aproxima-
dora. Nunca salí de mi asombro. Muchas veces he pensado en el proble-
ma pero quedándome en dos aspectos marginales y superficiales: 1ª) La
necesidad personal de reflexionar sobre él; y 2ª) ¿Cómo don Severo po-
dría pensar así, siendo que a mí me repugnaba la idea? Desde entonces
había considerado la reflexión sobre el tema como una asignatura pen-
diente.
El honor que me concede esta Real Academia Nacional de Farma-
cia me ha impelido a enfrentarme, por fin, con el problema. Sobre él pre-
tendo reflexionar.
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