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VOL. 66, (3) 2000  NECROLOGÍA

presente. En este sentido es importante destacar su valiosa contribución
en la modificación de los planes de estudios de Farmacia.

       Este cambio en la forma de entender la Farmacia ilusionó a D. Ra-
fael que supo entender desde un principio las enormes posibilidades que
se abrían para el mundo universitario y para el ejercicio profesional. Ello
fue posible gracias a una excelente formación en disciplinas básicas como
la Biofísica y la Fisico-Química apoyada en el rigor metodológico y en la
evidencia experimental. Diez años antes, su maestro, el profesor Otero
Aenlle, entonces catedrático de Fisico-Química en Santiago y figura de
especial recuerdo para esta Corporación, había iniciado a D. Rafael en el
estudio de los fenómenos de superficie y en la fisico-quimica de las mo-
nocapas lipídicas. Ello aportaba una valiosa información cuando Gerard
Levy en EE.UU. acuñaba el término Biopharmaceutics, uno de cuyos
principales objetivos era conocer la absorción gastrointestinal de los fár-
macos y los factores que la regulaban. En unos apuntes de clase, que aún
conservo, D. Rafael nos hablaba en 1965 de conceptos tales como, dispo-
nibilidad fisiológica e inequivalencia terapéutica, se trataba de la primera
aproximación que se produce en las Facultades de Farmacia en España a
los problemas que se derivan de la utilización clínica de los medicamen-
tos. Su formación en cinética química le había introducido primero en el
campo de la estabilidad de medicamentos y posteriormente en la farmaco-
cinética, a partir de los estudios de Torzen Teorell, biofísico sueco verda-
dero iniciador de esta disciplina en Europa. La Farmacocinética permitió
a D. Rafael profundizar tanto desde el punto de vista conceptual como
metodológico en el desarrollo de la Biofarmacia.

       Esto solo era el inicio pero aún había que recorrer un largo camino
lleno de dificultades. En 1968 se vio obligado a intervenir en la Junta de
Facultad para explicar “aquellas cosas” que trasmitía a sus alumnos de
Farmacia Galénica y que muchos compañeros de claustro consideraban
que se apartaba de la línea tradicional de las enseñanzas que impartía la
Facultad. Algunos manifestaron que “aquello” debía ser de competencia
exclusiva de los médicos y podría llegar a causar “problemas”. Se postuló
incluso que la actividad profesional del farmacéutico finalizaba con la
preparación y control de los medicamentos. ¿Qué pensarían ahora cuando
después de 30 años nuestros alumnos estudian Fisiopatología, Biofarma-

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