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Sesiónes Necrológicas
de sus inquietudes de su profunda cultura cien- Excmo. Sr. Presidente.
tífica, que fue desarrollado mientras aumentaba Distinguidos compañeros y amigos
su formación. Señoras y señores.
Permitídme, estimados colegas, que evoque
Lamento no haberle conocido más a fondo por (mediante cuestiones inevitablemente persona-
que estoy seguro que su contacto me hubiera les) aspectos de la rica personalidad del hoy
enriquecido científica e intelectualmente. aquí merecidamente homenajeado, principal-
Viendo su amplia formación, su generosa con- mente los referentes a su actividad militar, que
tribución al conocimiento de los demás me hace amplían expresiones sobre otros aspectos,
percibir que es un ejemplo a seguir, por lo que como los que adecuadamente se acaban de ex-
expreso mis condolencias a su mujer Isabel e poner. Pero tambien mis modestos comentarios
hijos y a la propia Academia y manifiesto públi- deberán tocar, aunque sea ligeramente, algu-
camente mi admiración por el compañero que nas otras facetas con las que estuvo entrela-
se nos fue. zada su carrera militar, sobre todo en cuanto al
momento de su desarrollo.
Nosotros le recordaremos como el hombre En efecto, no habiéndome yo inscrito oportu-
sabio, prudente y dedicado al conocimiento. namente para realizar el entonces obligatorio
Servicio Militar en la modalidad de la denomi-
He dicho. nada Milicia Universitaria, pude terminar la ca-
rrera de Farmacia en la Facultad madrileña en
DAVID MARTÍN HERNÁNDEZ, junio de 1952 solicitando y obteniendo sin difi-
PRESTIGIOSO FARNACÉUTICO cultad las correspondientes prórrogas..
MILITAR Yo estaba, desde el comienzo del 6º y último
José Antonio Cabezas Fernández año de carrera, vinculado al Departamento de
del Campo Bioquímica de dicha Facultad, iniciando la rea-
lización de mi tesis doctoral bajo la dirección de
un eminente Catedrático, bien conocido por
muchos de los presentes: el que fue Director
de esta Academia durante largos y fecundos
años, Excmo. Sr. D. Ángel Santos Ruiz.
A finales de aquel mes de junio de 1952, con
objeto de tratar de encontrar una solución com-
patible con el cumplimiento de mis obligaciones
castrenses y la realización de mi tesis, me dirigí
a recabar información a la Academia de Farma-
cia Militar (situada en la calle de Sebastián He-
rrera, nº 2, contigua a la de Embajadores). Allí
me atendió amabilísimamente David (que esta-
ria a punto de obtener en aquellos días el an-
siado grado de Teniente o acababa de
obtenerlo, como final felíz de esa etapa forma-
tiva, coronando su esfuerzo como nº 1 de su
promoción).
Información
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