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Tomas de Posesión
todas las Reales Academias del Instituto de Es- los farmacéuticos con oficina de farmacia, entra
paña- son muy diferentes a las de las otras lla- en nuestra Casa, en donde en principio eran tan
madas reales academias autonómicas, algunas abundantes ellos y los dedicados a la Farmacia
de las cuales realizan también muy meritorias militar. Para todos, los académicos y los farma-
labores, aunque en otras no se cumplen los mí- céuticos en general, es un motivo de júbilo y or-
nimos requisitos exigibles para pertenecer a gullo, máxime cuando lo hace por sus propios
una institución científica. méritos científicos, desplegados en limpia lid.
Sé que este tema, en una Nación en donde se Seguramente el nuevo miembro de esta insti-
discute el número de naciones existentes –lo tución recordará ahora, con nostalgia y con-
cual haría reír si no hiciese llorar-, puede resul- tento, los largos momentos de esfuerzo
tar polémico y molesto, como también incó- realizados durante toda su vida. Se acordará de
moda puede parecer la historia de nuestra doña Alberta, su madre, de la que hablé hace
Real Academia Nacional de Farmacia o la propia unos momentos, de su hermano Francisco, ti-
historia de España. tular de una farmacia en Usagre (Badajoz) y
Sirvan estas palabras para subrayar la im- padre de una farmacéutica. De sus tías y primas
portancia de la Academia, de su pertenencia farmacéuticas de Granada. De su esposa, Isi-
a la misma, y del estupor que muchas veces dora Romero, también doctora en Farmacia y
sienten los académicos, al verse ignorados por abogada, directora técnica del Colegio Oficial de
algunos profesionales que, en vez de manifes- Farmacéuticos de Badajoz y su compañera y
tarse orgullosos de la casa –aunque puedan cómplice en todas sus aventuras personales,
estar descontentos con sus actuales morado- profesionales e intelectuales. De sus hijos Paula
res-, la desconocen y olvidan, sin darse cuenta y Joaquín, también farmacéuticos con Farmacia
de que es representativa de la honda implanta- abierta, y del más pequeño, Cecilio, quien acaso
ción de la profesión farmacéutica en la sociedad sea capaz de liberarse de tan larga y amable
española, de la muy favorable historia profesio- saga familiar boticaril –de la que no me escapé
nal en el ámbito de la sanidad, que se refleja, ni yo mismo en mis días, pese a mi evidente
también, en esta singularidad institucional, sin predilección por las humanidades- gracias a su
parangón en ninguna otra parte del mundo. afición a las Matemáticas y a las ciencias en ge-
Pero no es momento de querellas quejicosas, neral o, mejor aún, por sus habilidades futbo-
sino de alegría. Uno de los representantes de lísticas.
Todos ellos, sin duda, han servido de apoyo y
palanca para entregarnos hoy a don Cecilio,
preparado, como siempre, para ofrecer lo mejor
de sí mismo en esta, que ya desde hoy, es su
nueva Casa.
En nombre de la Junta de Gobierno y de todas
las académicas y académicos, numerarios y co-
rrespondientes, le doy la bienvenida. Le deseo
una vida larga, provechosa y feliz, para que
algo de la misma pueda compartirla con todos
nosotros.
He dicho.
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A c a d é m i c a 20