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determinando la longevidad del mismo (la cual es actualmente en España de
unos 84 años de media, pero alcanzando la esperanza de vida máxima los
120 años). Durante el envejecimiento nuestra microbiota se modifica y,
centrándonos en la intestinal (que representa el 95% del total), hay una
disminución de diversidad microbiana con un aumento de especies
potencialmente patógenas como Enterobacteriaceae, y una pérdida de las
beneficiosas, como sucede con los géneros Lactobacilllus y Bifidobacterium.
Estos cambios, que podrían relacionarse con la mayor oxidación-inflamación
que tiene lugar al envejecer, van a estar asociados más con la edad biológica
de cada individuo, esto es, con la velocidad a la que lleve a cabo su
envejecimiento, que con la edad cronológica. De hecho, hay resultados
contradictorios pues lo que realmente se ha observado es que esos cambios
aparecen en personas mayores que viven en residencias, siendo la dieta uno
de los factores que más inciden en el mantenimiento de una buena
microbiota intestinal. Esta microbiota va a tener un papel importante, dada
su interrelación con los sistemas homeostáticos, en el adecuado
envejecimiento del sistema nervioso y del inmunitario y consecuentemente
en el mantenimiento de la salud. En este contexto, los probióticos se están
considerando de gran relevancia en el proceso de envejecimiento, no sólo
por su capacidad de modular la microbiota, por su efectividad en disminuir la
sintomatología de toda una serie de enfermedades asociadas a problemas
del tracto digestivo, también, por su interacción con el sistema nervioso y
con el inmunitario. Aunque los estudios sobre estos aspectos son muy
escasos, los existentes apuntan a la efectividad de los probióticos para
mejorar el funcionamiento del sistema nervioso (aspectos cognitivos, control
de la ansiedad y depresión, etc), y del sistema inmunitario (una respuesta
inmunitaria más adecuada), al envejecer. Dado que el deterioro típico del
envejecimiento se debe al estrés oxidativo e inflamatorio que experimenta el
organismo, y en el que parece estar involucrado un sistema inmunitario mal
regulado, los probióticos al mejorar este sistema y presentar actividad
antioxidante y antiinflamatoria, se han sugerido prometedores para,
mejorando la salud, aumentar la esperanza de vida de los individuos.
Actualmente, los probióticos, en el marco de la inmunonutrición,
constituyen un componente importante a considerar para conseguir una
longevidad saludable.