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A.
M.
Pascual--Leone
ejercicio
de
la
investigación:
mente
analítica
y
crítica,
buena
memoria,
imaginación
creativa,
ilusión
por
el
descubrimiento,
y
sentir
la
necesidad
de
situarlo
en
el
contexto
en
que
se
mueve,
además
de
tesón..
Como
reconoce
que
es
muy
difícil
reunir
todas
esas
cualidades
en
una
sola
persona,
recuerda
que
para
eso
están
los
equipos..
Pero
además
señala
que
todo
lo
anterior
con
ser
mucho,
no
es
suficiente
porque
se
necesita
el
apoyo
de
quienes
te
rodean,
empezando
por
la
familia
y
los
compañeros,
así
como
la
recompensa
de
la
consideración
social,
incluyendo
el
soporte
económico
de
empresas
e
instituciones,
sin
el
que
la
Ciencia
y
la
Tecnología
no
serían
posibles.
Su
relato
es
la
vez
optimista
y
pesimista.
El
título
“Hubo
un
tiempo
para
la
esperanza,
pero
la
casa
estaba
construida
sobre
arena”
y
el
del
primer
apartado:
“Orfandad
socio--económica
e
institucional
de
la
Ciencia
y
la
Tecnología
en
nuestro
país.
Un
clima
adverso
para
la
ciencia”
hablan
por
sí
mismos.
Termina
diciendo.
“Pero
como
no
estoy
haciendo
oposición,
ni
el
caldo
gordo
a
nadie,
no
quiero
seguir
teniendo
razón
por
más
tiempo.
Mi
único
deseo
firme
y
ferviente
es
que
cese
la
tormenta
y
que
nuestro
país
se
construya
de
una
vez
por
todas
como
la
casa
de
la
parábola
evangélica
sobre
peña…
para
que
no
se
derrumbe
nunca
más,
con
el
primer
vendaval
que
la
azote”.
Para
eso
hace
propuestas
como
que
la
formación
humanística
incorpore
estudios
sobre
historia
de
la
ciencia
a
lo
largo
de
las
enseñanzas
y
que
el
inglés
atraviese
todos
los
niveles
educativos.
Llegamos
al
tuno
de
los
dos
representantes
de
la
siguiente
generación
que
ha
incorporado
Ana
María
Pascual--Leone
al
libro.
Son:
Consuelo
Guerri
y
Luis
Miguel
García
Segura.
Sus
historias
demuestran
que
en
este
ámbito
de
la
actividad
humana,
como
en
tantos
otros,
se
viven
situaciones
y
se
recorren
espacios
de
forma
cíclica.
Están
presentes
las
invocaciones
a
la
vocación,
a
la
ilusión,
a
la
dedicación,
a
la
pareja
(
el
caso
de
Consuelo
con
Vicente
Rubio),
a
la
necesidad
de
militar
para
transmitir
a
los
políticos
y
a
los
ciudadanos
que
el
gasto
en
ciencia
es
inversión
necesaria,
que
la
ciencia
es
sinónimo
de
cultura.
Luis
Miguel
trae
a
colación
el
mito
de
Sísifo
y
lo
desarrolla
con
detalle
y
acierto
para
buscar
las
analogías
con
la
fluctuación
de
la
investigación
en
España.
Personalmente,
me
alegra
la
convergencia
evolutiva
intelectual
pues
hace
una
década
yo
recurrí
a
ese
mito
para
referirme
al
mismo
tema
(entre
otros
artículos,
acabo
de
comprobar
precisamente
mientras
trabajaba
en
esta
presentación
que
esta
presente
en
uno
titulado:
“Política
científica
y
tecnológica
en
España
:Un
siglo
de
intenciones”,
publicado
en
la
revista
on
line
Ciencia
al
Día
Internacional,
vol.
IV,
326