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VIDRIOS
MESOPOROSOS…
1.
INTRODUCCIÓN
Las
mejoras
producidas
en
materia
de
salud
pública
en
los
últimos
años
han
traído
como
consecuencia
que,
en
la
actualidad,
tengamos
un
difícil
reto
ante
la
sociedad.
El
incremento
en
la
esperanza
de
vida
nos
ha
situado
en
el
escenario
de
una
población
cada
vez
más
envejecida,
enfrentándonos
al
reto
de
aportar
soluciones
a
decenas
de
millones
de
personas,
con
edades
comprendidas
entre
60
y
100
años,
que
desean
una
buena
calidad
de
vida.
Conseguirlo
no
es
sencillo,
teniendo
en
cuenta
que
a
partir
de
los
30
años
los
tejidos
inician
un
progresivo
camino
de
deterioro
hasta
la
muerte
del
individuo.
En
el
caso
concreto
de
las
patologías
degenerativas
del
tejido
óseo,
el
reto
es
si
cabe
aún
mayor.
El
conjunto
de
desordenes
músculo--esqueléticos
debidos
a
fracturas
(especialmente
las
de
origen
osteoporótico)
o
extirpación
de
tumores,
traen
como
consecuencia
que
más
de
2,2
millones
de
personas
al
año
necesiten
de
implantes
protésicos,
para
recuperar
la
estructura
y
función
del
hueso
afectado
(1).
La
sustitución
de
tejido
óseo
envejecido,
enfermo
o
dañado
se
ha
convertido
en
una
actividad
casi
rutinaria
como
consecuencia
del
desarrollo
y
mejora
de
las
técnicas
quirúrgicas,
de
los
biomateriales
y
de
las
estrategias
de
rehabilitación.
Pero
no
es
menos
cierto
que
las
limitaciones
en
el
tiempo
de
vida
útil
de
las
prótesis
continúa
siendo
un
problema,
cuya
gravedad
se
incrementa
en
la
medida
que
aumenta
la
esperanza
de
vida
de
los
pacientes.
Se
estima
que
la
tasa
de
fallo
de
las
prótesis
oscila
entre
el
15
el
50%,
para
aquellas
con
periodos
de
implantación
transcurridos
entre
los
15
y
los
30
años
(2).
Esta
situación
ha
impulsado
un
cambio
de
mentalidad
en
la
comunidad
científica
sobre
cómo
afrontar
la
problemática
de
las
enfermedades
del
tejido
óseo.
Las
mejoras
introducidas
en
los
materiales
diseñados
para
sustituir
el
hueso
dañado
no
han
conseguido
solucionar
el
problema
de
la
limitación
del
tiempo
de
vida
útil.
Es
por
ello
por
lo
que,
de
un
tiempo
a
esta
parte,
los
esfuerzos
se
dirigen
hacia
materiales
cuya
actividad
se
enmarque
en
el
terreno
de
las
terapias
regenerativas,
en
lugar
de
buscar
soluciones
de
reemplazo
del
tejido
natural
por
materiales
artificiales
permanentes
(3).
Se
trata
de
desarrollar
biomateriales
que
estimulen
la
respuesta
osteogénica
del
organismo,
iniciando
y
potenciando
los
mecanismos
de
autoreparación
ósea.
Este
cambio
de
concepto
se
plasma
en
el
desarrollo
de
materiales
denominados
biomateriales
de
3ª
generación,
que
son
diseñados,
sintetizados
y
procesados
para
estimular
la
regeneración
del
tejido
óseo
(4).
Es
en
este
marco,
en
el
que
se
encuadran
los
vidrios
mesoporosos
bioactivos
(VMB),
objeto
de
estudio
en
este
artículo
de
revisión.
Desde
el
descubrimiento
por
parte
del
Prof.
L.
L.
Hench
de
la
capacidad
de
ciertos
vidrios
basados
en
SiO2
para
unirse
a
los
tejidos
duros
a
través
de
un
enlace
mecánicamente
fuerte
(5),
el
desarrollo
y
aplicación
clínica
de
los
vidrios
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