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VOL. 72 (E.), 433-459, 2006  NECROLÓGICA D. LEÓN VILLANÚA FUNGAIRIÑO

    El 24 de abril de 1948 se fundó la Sociedad Española de Broma-
tología y en 1949 la revista científica, Anales de Bromatología, pos-
teriormente infravalorada por publicarse en español, aún con traba-
jos de alto nivel científico.

    En 1954 se creó la Escuela de Bromatología, con Reglamento que
se modificó en diciembre de 1957 y se publicó en 1958; el 2 de
noviembre de 1954 se procedió a la inauguración de la Escuela en
el aula magna de la Facultad de Farmacia. D. León participó activa-
mente en las dos entidades. En la Escuela fue profesor, entre otras,
de la asignatura de Toxicología alimentaria; a la Toxicología dedicó
una parte esencial de su trabajo. En la Sociedad, fue secretario desde
el 30 de marzo de 1954 hasta el 12 de noviembre de 1965 en que
pasó a ser tesorero hasta 1986, año de su jubilación. Posteriormente
fue presidente y siguió luchando por la Sociedad en la que, entre
otros, le ayudó con enorme interés el Dr. Bernabé Sanz.

    La Escuela de Bromatología, sabiamente creada y mantenida por
el Dr. Casares y sus colaboradores, principalmente los Drs. Villanúa,
García Olmedo y García Puertas fue el embrión de lo que hoy es la
licenciatura de Ciencia y Tecnología de los Alimentos, con una vi-
sión de futuro fuera de lo común. La jubilación del Prof. Casares
hizo que la Escuela fuera decayendo poco a poco, pese a su esfuerzo
y al de quienes eran sus colaboradores más directos, para dar pos-
teriormente lugar a la citada licenciatura.

    Como investigador, trabajó en distintos equipos de ayuda a la
investigación de la Universidad Complutense de Madrid, en el Con-
sejo Superior de Investigaciones Científicas y en el Dpto. de Inves-
tigaciones Bromatológicas del CSIC, entre otros organismos y/o
entidades, con los que colaboró en numerosas ocasiones.

    Desde «mi», desde «nuestra» perspectiva de alumnos que llega-
ban al departamento, se le veía siempre afable, sonriente ante las
actividades de una juventud que llegaba llena de risas y bromas,
además, por supuesto, de la seriedad en el trabajo y el afán de apren-
der.

    Yo conocía a D. León desde mis años de estudiante de la licen-
ciatura, pero en realidad, cuando le conocí más directamente fue al
cursar los estudios de Técnico bromatólogo. Y, por supuesto, le

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