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VOL. 72 (E.), 433-459, 2006  NECROLÓGICA D. LEÓN VILLANÚA FUNGAIRIÑO

nía preparar el café con leche, su cafetito de media mañana, tan
relacionado con la ciencia principal del departamento, que les per-
mitía charlar un rato, y que preparaban Aurora o Concepción Barre-
ra (Conchita). Ellos, representaban para nosotros el nivel máximo,
eran los dioses del Olimpo, y nosotros, los pobres mortales. Luego,
con el correr de los años, vimos que aquellos dioses, también tenían
sus problemas.

    Fue una época fructífera en lo que a futuros profesores se refiere.

    No voy a referirme a nadie que esté actualmente en activo en el
Departamento, pero sí deseo citar a quienes estaban entre nosotros
en aquella época.

    La Dra. Mª. Carmen Martínez Para, actualmente en la Universi-
dad de Alcalá de Henares; ya jubiladas las Dras. Concepción Barrera
y Laura Coll, y los que ya no están entre nosotros, los Drs. Cristina.
Valls y Taisir Masoud. Los buenos amigos que todos recordamos.

    Algunos de nosotros hacíamos también nuestras pequeñas comi-
das en el laboratorio, pequeños refrigerios al mediodía, eso sí, en
recipientes que para sí quisieran los artífices de la cocina moderna.
Éramos dichosos y pensábamos que de algún modo nuestros mayo-
res veían con agrado la juventud pujante que seguía sus pasos.

    Pasamos del plácido, alegre y sencillo (aunque laborioso) mundo
del profesor ayudante de clases prácticas a un estamento algo supe-
rior. Vivimos las jubilaciones y sucesivos nombramientos de nues-
tros maestros dentro de un ambiente cargado de entusiasmo, ... y de
alumnos. Fueron años de un quehacer ímprobo pero entusiasta.

    Allí estaba D. León; dirigía trabajos de Toxicología y quienes
trabajaban directamente con él, lo recuerdan, una vez más, con
enorme cariño.

    Y, que más debo decir concretamente del D. León de aquellos
años y cuyo recuerdo nos ha traído hasta aquí.

    Cuando se hizo cargo del Departamento, por jubilación de la Dra.
García Olmedo, lo dirigió con calma, amabilidad, serenidad, y abrien-
do camino a los más jóvenes; siempre nos animaba y apoyaba en
nuevos quehaceres y nos brindaba oportunidades de trabajo en el
campo profesional, fuera de la facultad. Tenía su forma personal de

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