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VOL. 72 (1), 139-164, 2006 DESCUBRIMIENTO BACTERIA HELICOBACTER PYLORI...
Resumían su aportación a la ciencia con estas palabras: «extraor-
dinario e inesperado descubrimiento que la inflamación del estóma-
go (gastritis), así como la úlcera de estómago y duodeno (enferme-
dad ulcerosa péptica) son el resultado de una infección del estómago
causada por la bacteria Helicobacter pylori» (1).
Han transcurrido veintidós años desde que Warren y Marshall
dieron a conocer al mundo científico sus hallazgos en dos breves
cartas enviadas, separadamente, al editor de la prestigiosa revista
Lancet, que fueron publicadas el 4 de junio de 1983. Encabezaban
las cartas el mismo y único título: «Unidentified Curved Bacilli on
Gastric Epithelium in Active Chronic Gastritis» (2, 3), que ha sido
citado, desde entonces, miles de veces en las principales revistas
médicas. Su importancia radica en la modificación de conceptos
etiopatogénicos, en el cambio en la práctica clínica de diagnóstico y
terapéutica de las enfermedades de estómago y duodeno, especial-
mente de la úlcera péptica.
HISTORIA DEL DESCUBRIMIENTO
Ambos investigadores jugaron un papel diferente, aunque com-
plementario, en el descubrimiento: Robin Warren tenía cuarenta y
dos años y ocupaba una posición de Consultor Patólogo o Anatomo-
patólogo en el Hospital Real de Perth (Australia). Barry Marshall
había cumplido treinta y dos años y seguía un programa de forma-
ción de Medicina Interna y Gastroenterología en el Servicio de Me-
dicina del mismo Hospital.
Warren observó la bacteria que relacionó con la inflamación
de la mucosa gástrica o gastritis, por primera vez el 11 de junio de
1979, día de su 42 cumpleaños. Comenta su hallazgo de esta forma:
«Trabajaba en mi diaria tarea de examinar las preparaciones para es-
tudio microscópico de las biopsias gástricas. En una preparación de
mucosa gástrica con gastritis crónica activa, observé una línea azul
en la superficie del epitelio gástrico que nunca había visto. Con ma-
yor aumento pude distinguir numerosos pequeños bacilos que com-
ponían la línea azul, firmemente adheridos a la superficie del epitelio.
Cuando apliqué el objetivo de inmersión en aceite, comprobé con cla-
ridad que eran bacterias. Entusiasmado, comuniqué el hallazgo a mi
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