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VOL. 71 (4), 1037-1040, 2005  NECROLÓGICA DON ÁNGEL SANTOS RUIZ

sabiduría humana que le hacía triunfar en las negociaciones. Su
segunda cualidad era que, en su empeño por realizar sus proyectos,
tenía cuidado exquisito en no bloquear el camino de la gente que
percibía que quería seguir el suyo, todo ello por respeto y honesti-
dad. En mi discurso de entrada como Académico de Número a esta
Corporación, yo agradecí a Don Ángel, «la libertad de acción que me
procuró a mi llegada a Madrid en 1970». Creo que Don Ángel sabía
que yo le apreciaba, y que yo guardaba en su Instituto, repleto de
discípulos suyos, un gran cuidado en no entorpecer esa relación
especial que él guardaba y sentía hacia ellos, debida, sin duda, a su
sentido de responsabilidad.

    Pero, además, dentro del Centro yo disfruté de muy buenos
amigos que hice y conservo, y entre ellos de la amistad de una
mujer, Carmen García del Amo, Académico Correspondiente de esta
Academia, ya nombrada anteriormente, y Secretaria, durante mucho
tiempo, del Instituto de Bioquímica, y que quiero mencionar aquí,
en este homenaje póstumo de Don Ángel, porque su fidelidad a él
era inquebrantable, y a ella, que murió hace unos años, le gustaría
estar aquí.

    Creo, sinceramente, que si Don Ángel no hubiera tenido esas
cualidades, mi trabajo en su Centro y la realización de mi investiga-
ción, hubieran sido imposibles.

    Por no ser su discípula, nuestra relación y amistad era quizá más
abierta, diría yo, más de amistad. Recuerdo muchas frases de él,
porque a mí me gusta guardarlas y escuchar atentamente, cuando
creo que merece la pena. Cuando en el año 1990 fui nombrada
Directora del Instituto, al felicitarme Don Ángel, me dijo: «La dificul-
tad de mandar es tener que resolver los problemas de convivencia que
surgen entre la gente en el trabajo y entorpecen la marcha del Centro»,
cosa que comprobé rápidamente. Una vez que yo discrepé de su
opinión en una Junta de Instituto, al terminar la Junta, yo creía que
Don Ángel estaría enfadado, pero él me dijo a la salida: «Usted, Ana
María, es una buscadora de la verdad, por eso se dedicó a investigar».
Me desarmó de tal manera que casi le di la razón en la cuestión
planteada. Creo que Don Ángel era una personalidad positiva, inno-
vadora, que percibió la importancia de la Ciencia en un país que
había salido de una guerra. Fue de una generación que tuvo que

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