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ANTONIO DOADRIO VILLAREJO AN. R. ACAD. NAC. FARM.
tenían: “Porque en este acto académico cumplo con otra petición,
menos formalista, y más afectiva y humana: la de un compañero, un
amigo, con el que inicié mis andaduras universitarias hace ya más
de 40 años en este mismo lugar, entre estos muros que durante
varios años albergaron nuestras ilusiones y nuestras esperanzas y en
el que se fue forjando nuestra formación humana y científica”. Y
más adelante: “…La historia de un hombre de firmes convicciones,
de voluntad decidida, que con tesonera laboriosidad ha conseguido
abrir el camino que desde siempre tenía trazado, a pesar de las
grandes dificultades que a ello se oponían. La fe y esperanza que
mantuvo le ha conducido finalmente al puesto que deseaba”.
Las vidas de ambos maestros transcurren paralelas y casi sincro-
nizadas. Compañeros de curso, realizaron simultáneamente los exá-
menes de Premios Extraordinarios de Licenciatura y Doctorado, y
los concursos oposiciones de Profesores Adjuntos y Profesores far-
macéuticos del Laboratorio Municipal, y con poca diferencia en el
tiempo las de Catedrático y Profesor Agregado en la Facultad de
Farmacia de Madrid, para terminar reunidos en esta Corporación
como Académicos de Número.
Quizás, el momento culminante de su presencia en esta Institu-
ción, lo marcase el encargo del discurso de inauguración del Curso
1988, que recibe de la Sección de Farmacotecnia. Su discurso, hoy
felizmente recuperado en nuestra página web, lo tituló “Del comple-
jo droga al fármaco estructuralmente específico”, donde aborda con
valentía el problema del diseño y obtención de nuevos fármacos,
haciendo hincapié en que el modelo más realista era la variación
estructural de algo existente, con la esperanza de mejorarlo. Tam-
bién decía que el mecanismo bioquímico de una enfermedad cons-
tituye una de las aproximaciones más sensatas de las que dispone-
mos, para el desarrollo de nuevos fármacos, y hacía mención a que
el estudio estructural de proteínas permite formular hipótesis de
trabajo sobre cómo actuarían los receptores. Todo ello, de plena
vigencia hoy en día, aún empleando otros términos.
Para terminar, he elegido citar a Kahlil GIBRAM:
En verdad os digo que el adiós no existe: si se pronuncia entre
dos seres que nunca se encontraron, es una palabra innecesaria.
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