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Anal. Real Acad. Nac. Farm., 2005, 71: 455-459
Necrológica
Gregorio González Trigo: El amigo y el docente
ANTONIO DOADRIO VILLAREJO
Académico de Número de la Real Academia Nacional de Farmacia
Excmo. Sr Presidente, Excmo./as. Sres y Sras. Amigos todos:
Hoy estamos aquí reunidos para hacer uno sólo, en comunidad,
con la noble misión de honrar la memoria de una persona ejemplar,
el Profesor Gregorio González Trigo.
En el principio no existía nada. Y dijo Dios: Hágase... Y creó el
universo, la naturaleza y al ser humano, hombre y mujer los creó. De
Él venimos y a Él volvemos cuando llega el momento.
El Profesor González Trigo era un hombre profundamente cató-
lico. Sus creencias y formación de raíces cristianas, junto con la
satisfacción que indudablemente ejercía en él sus vivencias en fami-
lia, tertulias incluidas al mediodía, le hacían ser una persona feliz.
Jamás vi en él un mal gesto, una mala contestación o un desprecio.
Gregorio no planteaba problemas, contaba a su problema, lo grande
que era. Siempre dispuesto a ayudar al que lo necesitaba, practicaba
la frase de San Agustín: “Si precisas una mano, recuerda que yo
tengo dos” y “Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo
que piensa sino lo que ama”, así como las de Santo Tomás: “El amor
ilumina el corazón” y “Hay más amistad en amar que en ser amado”.
Creo que conocí al Profesor González Trigo desde el mismo mo-
mento en que nací, aunque yo no tuviera por aquel entonces con-
ciencia del hecho, ya que según me contaron mis padres me visitó
pocas horas después de mi nacimiento. Después asistió a mi bautizo
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