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VOL. 70 (4), 905-931, 2004  EJE CEREBRO-INTESTINAL: OREXINAS

    Estos descubrimientos, junto a los estudios realizados por la
necesidad clínica de poseer tratamientos eficaces para tratar la obe-
sidad patológica, han llevado al establecimiento del eje peptinérgico
cerebro-intestinal.

    La obesidad patológica es un factor de riesgo para la diabetes,
alteraciones cardiovasculares o incluso neoplasias, pero los trata-
mientos específicos son, muchas veces, bastante ineficaces. Descu-
biertos los neuropéptidos orexigénicos, que abren el apetito, se pen-
só en que su bloqueo podría utilizarse como terapéutica eficaz para
la obesidad, pero pronto se vio que no era posible. Los péptidos
orexigénicos son muchos y trabajan colaborativamente; bloqueado
uno siempre hay otra secreción orexigénica para suplirle abriendo el
apetito porque existe una verdadera protección biológica para que
los organismos no dejen de comer y puedan mantener sus reservas
grasas. Los ratones que no expresan neuropéptido Y (NPY), el más
fisiológico y potente orexigénico (ratones NPY knockout), comen
menos, pero comen, porque segregan más galanina. Lo contrario
sucede con los anorexigénicos cuya abolición, o falta de expresión,
conduce irremisiblemente a la apertura descontrolada del apetito y
a la obesidad (1).

    Así pues, el bloqueo de neuropéptidos orexigénicos no puede ser
utilizado para controlar la obesidad. Las dietas estrictas controlan el
peso, pero al reducirse la materia grasa se reduce también la leptina
circulante, y entonces se abre desmedidamente el apetito; con lo
cual estos enfermos recuperan rápidamente el peso perdido. No obs-
tante, la clínica denuncia éxitos de tratamiento con operaciones qui-
rúrgicas en las cuales se reduce el estómago, o se hacen determina-
das estrategias para reducir la absorción y toma de alimentos. Estas
operaciones, que tienen un elevado riesgo de mortalidad, sí que per-
miten a los enfermos, cuando sobreviven a ellas, mantener, bajo el
peso durante largos períodos de tiempo. Ello hizo pensar que quizá
se producía en el intestino operado alguna alteración que propiciaba
la hipersecreción de péptidos anorexigénicos. Con esta idea se co-
menzaron a estudiar atentamente las secreciones intestinales impli-
cadas en el balance energético, de las cuales se conocían muchas ya,
como la colecistoquinina, anoréxico, o la ghrelina estomacal, orexi-
génico. Estos estudios han llevado estos últimos años al estudio de
un neuropéptido, el llamado YY3-36 o PYY (2), que es secretado

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