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VOL. 70 (4), 905-931, 2004  EJE CEREBRO-INTESTINAL: OREXINAS

    Podemos establecer que existe un control del apetito que, a largo
plazo, está estabilizando, en los mamíferos, la masa grasa y el peso
corporal, y que es liderado por la insulina y por la hormona lipos-
tática leptina que llegan de la periferia al cerebro (1). Pero a corto
plazo, y con mayor rapidez, existe un eje cerebro-intestinal que está
respondiendo a necesidades inmediatas, denunciadas en el intestino,
y que provocan respuestas cerebrales en el inicio y el fin de la con-
ducta de comer.

    En 1998 se descubrieron las orexinas, neuropéptidos que dosis-
respuesta abren el apetito (orexij apetito) y, que como vamos a ex-
poner, parecen tener un papel integrador muy importante en este eje
o axis cerebro-intestinal del cual hemos estado hablando.

                                     3. OREXINAS

3.1. Descubrimiento y estructura

    En 1998, Sakurai extractó las orexinas de los picos obtenidos por
cromatografía líquida de alta resolución (HPLC) en extractos cere-
brales (11) (12). Obtuvo dos péptidos, la orexina A y la orexina B. La
primera tiene 33 aminoácidos y la B 29. Y tienen una similitud entre
ellos del 46 por 100. La A tiene 3.562 Da (daltons) y la B 2.937 Da.
Ambas presentan residuos N-piroglutamil-C amida, y la orexina A
tiene dos intracadenas unidas por puentes disulfuro que no se en-
cuentran en la B. Actualmente se han clonado en un anfibio el Xe-
nopus Laevis, y se sabe que su estructura se ha conservado a través
de la evolución. En todas las especies existe una gran similitud es-
tructural en sus orexinas. Un solo gen, con dos exones y un intron,
codifica la pre-proorexina con 130 ó 131 residuos que luego se de-
gradan a orexina A y B. También en 1998, Lecea (13), partiendo
de extractos de hipotálamo, y con otra metodología, llegó a dos pép-
tidos que llamó hipocretina A y B y que actualmente están identifi-
cados a las orexinas A y B.

    Sakurai identificó también sus receptores específicos que los lla-
mó OX1R y OX2R. Pronto se localizó la secreción de orexinas cere-
brales en el hipotálamo lateral, cuya destrucción era conocido que

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