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VALENTÍN GONZÁLEZ ANAL. REAL ACAD. FARM.
conducen a previsiones de operación de algo menos de 2000 horas/año,
muy por debajo de las más de 8000 horas/año que puede llegar a
garantizarse con una central térmica.
La implantación de este tipo de energías, precisa sistemas de
almacenamiento de energía que, además de la necesidad de desarrollarlos,
aumentarían considerablemente la inversión.
Por último, toda la infraestructura que precisan, obliga a construir
estructuras metálicas y productos a veces tóxicos (As para células
fotovoltáicas, Pb para acumuladores, Fe para estructuras, etc.)
Se estima que, todo lo comentado anteriormente, conduce a que la
aportación máxima de las energías renovables a la sociedad actual, en su
aprovechamiento más favorable, estaría alrededor de un 15 % de la
energía primaria.
Como resumen, cabe señalar que las tecnologías de producción
energética, presentan impactos futuros para la humanidad que, de ser
ciertos sus efectos (aumento de la temperatura media de la tierra, fusión
de los casquetes polares, desertización, catástrofes naturales, etc.) podrían
presentar unos problemas para todo el planeta, bastante más preocupantes
que los reseñados en el capítulo anterior para la radiactividad, en la que se
habla de impactos difícilmente detectables, para las aplicaciones pacíficas
de la energía nuclear, cuando se considera el conjunto de riesgos de
ocurrencia natural o debidos a aplicaciones de otras tecnologías.
Si a todo esto se añade, de una parte, el impacto debido al uranio
contenido en el carbón, o a los elementos cancerígenos contenidos en el
petróleo, carbón y generación de células fotovoltáicas, muy superior al
impacto de las tecnologías basadas en la energía nuclear, el panorama
podría ser muy diferente al percibido por el público.
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