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VOL. 66, (1) 2000 NECROLOGÍA
Fueron muchas las veces en las que salió al paso del mito
demagógico de la Universidad democrática: “Un mito que habrá que
sepultar cuando se pueda y que se nos sirve en la bandeja de la demagogia
es el de la democracia”, afirmó tajantemente en varias ocasiones (10, 11,
12). En su afán por despolitizar la Universidad propició reuniones del
Vicerrector, Alberto de la Hera y el que les habla, con destacados dirigentes
de los movimientos estudiantiles de la época (P.T., O.R.T., P.C.). Y citaré
otra anécdota que debo a Lorenzo Durántez: cuando en febrero de 1977, el
Secretario General de un importante partido político le dijo en una tensa
reunión en la que solicitaba la movilización universitaria, “que si el Rector
no abría las puertas de la Universidad a la política, la política entraría por
las ventanas”. Vian le contestó que : La política había que hacerla en una
sociedad libre; en la Universidad había que hacer ciencia y formar
profesionales”.
Se enfrentó a la prensa -públicas son sus polémicas con algunos
representantes de la misma- como cuando replicó de forma contundente a
un editorial de un periódico nacional -hoy portavoz socialista- en el que,
después de su cese, se le acusaba, redundantemente , de autoritarismo
excesivo (13).
Reprochaba a la Sociedad su atonía frente a los problemas
universitarios: “En términos generales, puede decirse que nuestros padres
de familia, tan justamente dispuestos a reclamar el derecho a tener plazas
en la Universidad para sus hijos, no están sensibilizados ante las exigencias
de los medios y modos que suponen estas plazas... Parece como si sólo
interesara la posesión de un título”. Afirmaba que la masificación
“empieza en la Sociedad no en la Universidad”; y proponía como posible
solución, “la planificación social de las necesidades, en primer lugar y,
luego, dotación para suplirlas y adecuación del número de escolares, con la
consiguiente provisión de medios (becas) y tasas no simbólicas para incitar
a la exclusión de los malos estudiantes “ Son palabras de Ángel Vian (14).
En el último discurso como Rector, inaugurando el año académico
1980-81, al considerar las perspectivas para el curso siguiente se quejaba de
la insuficiente atención que la Universidad seguía mereciendo a los ojos de
la opinión pública y de sus intérpretes: Gobierno y Parlamento. “Quienes
como yo, decía, “estamos seguros del importante papel de las funciones
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