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VOL. 75 (1), 137-143, 2009  NECROLÓGICA DON ANTONIO DOADRIO LÓPEZ

guna pequeña duda, aprovechábamos cuando salía de la clase de tar-
de, mientras que recogía sus apuntes e iba al aparcamiento, pues sa-
bíamos que teníamos tres plantas andando para hablar con él hasta
llegar al coche.

    Si cualquiera de nosotros nos encontramos con algún farmacéuti-
co/a que haya estudiado en la UCM y hablamos de los profesores que
tuvo durante sus estudios, unánimemente todos nos dirán que D.
Antonio fue uno de los mejores docentes que tuvo en la carrera.

    Pueden por tanto Vds. imaginar todo lo que pasó por mi cabeza,
cuando un martes sobre las 10 de la noche recibo una llamada tele-
fónica de D. Antonio y me comunica que al día siguiente le habían
convocado a una Junta de Gobierno Extraordinaria y que por tanto
no podría dar la clase de las 9 de Química General y que si yo le po-
dría sustituir. Por supuesto que acepté a su solicitud y no mandato
pues D. Antonio nunca nos obligaba, y a pesar de mi experiencia de
7 años dando clase y de estar toda la noche preparando la lección
(aunque la había impartido el día anterior en el grupo del cual yo era
Profesor responsable), creo que el tener que sustituir a D. Antonio en
una clase y “no quedar mal” me provocó un enorme pánico al entrar
en clase que afortunadamente no he vuelto a padecer, ni siquiera en
la encerrona de la oposición. Nunca logré enterarme si era una sus-
titución necesaria o un método para probarme, pero el hecho fue que
a partir de ese día le sustituí en ocasiones que sí eran reales.

    Hasta su jubilación, anticipada a los 65 años por cambio de la le-
gislación, impartía tres diferentes asignaturas, Química General,
Química Inorgánica y Química Bioinorgánica. A pesar de su experien-
cia, sus múltiples conocimientos y su prodigiosa memoria, siempre le
veíamos encerrado en su despacho, preparándose la clase que debía
impartir y confeccionándose la pequeña chuleta en la que se apunta-
ba el guión de la materia que explicaría ese día. Todos sabíamos que
durante ese tiempo, no deberíamos molestarlo.

    Afortunadamente, a pesar de esta jubilación anticipada, pudimos
contar con él siete años más, pues fue nombrado Profesor Emérito y
siguió impartiendo la asignatura que él creó: “Química Bioinorgánica”.

    A finales de los 70 y comienzos de los 80, comenzó a impartir
Química Bioinorgánica. Esta disciplina que era totalmente descono-

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