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VOL. 74 (1), 141-167, 2008  INFORMACIÓN ACADÉMICA

Cambridge, el desarrollo del Departamento de Microbiología de la
Universidad de Salamanca, la formación de un buen número de
discípulos, muchos de ellos actualmente Catedráticos, Profesores e
Investigadores de reconocido prestigio, la etapa del Rectorado de la
Universidad de Salamanca y la Presidencia de la Conferencia de
Rectores de Universidades de Estado, la Dirección de esta Docta
Casa que hoy nos acoge, y la Presidencia del Patronato de la Funda-
ción Jiménez Díaz, así como la labor en Jurados e Instituciones
como el Premio «Príncipe de Asturias de Investigación Científica y
Técnica» o el Consejo Científico de la Fundación Ramón Areces—
esos sueños y esfuerzos han constituido mi principal impulso de
vida y de actuación. A la Farmacia, a la Ciencia, y a la Investigación,
a su desarrollo y al ensanchamiento de sus márgenes, he dedicado
siempre mis esfuerzos y he procurado dar, dentro de mis posibilida-
des, lo mejor de mí mismo. Y de esta trayectoria científica y de esa
investigación he recibido algunas de las mayores satisfacciones que
me ha dado la vida y no pocas compensaciones; mucho más, segu-
ramente, de lo que yo he podido darles.

    Pero también, a lo largo de estos años, han sido muchas las perso-
nas que me han enriquecido y que, de una forma u otra, en mayor o
menor medida, han coadyuvado a hacer de mí lo que he ido siendo y
lo que soy. A todas ellas mi recuerdo emocionado y mi gratitud. Sin
embargo, a algunas personas me creo en la obligación de recordar
hoy: en la Universidad tuve la suerte de conocer y tratar a un buen
amigo, mayor que yo y con mejor formación académica, Avelino Pé-
rez Geijó, que influyó considerablemente sobre mí para animarme a
alcanzar más elevados horizontes. A lo largo de los estudios tuve asi-
mismo la satisfacción de conocer y tratar a varios compañeros y algu-
nos de estos miembros destacados de esta Real Academia, entre ellos
a Manuel Losada, Manuel Ruiz Amil, José Antonio Cabezas, Eugenio
Laborda y Gonzalo Jiménez Martín, que contribuyeron a estimular
nuestro trabajo para obtener mejor formación científica. Deseo recor-
dar que hace ahora precisamente unos tres años que celebramos las
bodas de oro de nuestra promoción universitaria.

    Durante los estudios universitarios recibíamos las enseñanzas de
excelentes profesores a los que en diferentes ocasiones todos hemos
tenido presentes en esta casa, pero sobre todo, en nuestro caso, a
Don José María Albareda, cuya influencia fue decisiva para nuestra

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