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JAVIER PUERTO ANAL. REAL ACAD. NAC. FARM.
dos estaban relacionadas con la Astrología y sólo debían practicarse
en condiciones astrológicamente favorables. Los autores de Farma-
cia, además, cuando quieren explicar la acción de los purgantes las
atribuyen a «causas ocultas», directamente relacionadas con su re-
lación astral.
De la alquimia me he ocupado en diversos escritos a lo largo de
mi vida académica (25) y la magia es necesario estudiarla desde la
perspectiva de la terapéutica mágico religiosa cristianizada, herede-
ra de la profetisa teutona Santa Hildegarga de Bingen (1098-1179),
la ilusión y la realidad de la brujería, explicada por Andrés Laguna
cuando habla del Solanum y del teórico vuelo de brujas (26), los
libros del propio Fray Esteban, en donde se relacionan diversas plan-
tas con santos y hechos histórico-religiosos y, entre otros asuntos,
las prácticas de hechicería tan bien narradas en La Celestina, anali-
zadas ya hace tiempo (27).
He debido estudiar, con cierto detenimiento, dos enfermedades:
la peste negra y la sífilis; la primera por considerarse, durante toda
la Edad Media y Moderna, como un castigo de Dios, causado por la
mirada maligna de un planeta y contarse entre sus fármacos preven-
tivos y curativos, con algunos de los más extraordinarios «fortifica-
dores del corazón». El corazón se creía que no enfermaba, pero
debía preservarse de los «venenos» inhalados por la mal aria o aire
pestilente y putrefacto, que se consideraba causante de la peste. Ahí
tenemos, desde la Triaca Magna, hasta las piedras preciosas, em-
pleadas como amuletos o ingeridas en delicadas, peligrosas y carísi-
mas confecciones minerales, hasta el resto de los alexifármacos
empleados en las cortes reales y en el entorno de los poderosos: la
piedra bezoar, (Figura 6) el unicornio —una creación medieval—
(Figura 7, 7 bis ,7 tris y 7.4) la piedra del corazón de ciervo y tantos
otros.
La sífilis por que al ser considerada enfermedad americana se
indagó entre los productos importados de América —con un eviden-
te criterio mágico— para tratar de curarla y se organizaron unas
interesantísimas polémicas entre los «médicos de palo» partidarios
del guayaco (Figura 8) y los iatroquímicos, seguidores de Paracelso,
como luego se originarían en torno a la quina, en donde los intereses
económicos, religiosos y políticos, por encima incluso de los cientí-
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