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JUAN-RAMÓN LACADENA CALERO AN. R. ACAD. NAC. FARM.
to en Genética y en Bioética, su larga experiencia docente e
investigadora y su interesantísima obra como divulgador de
la ciencia, cuando un venerable compañero académico [en
referencia a don Ángel Santos Ruiz] que me escuchaba aten-
tamente emitió su sentencia, con la seguridad que confieren
los muchos años de vida y de experiencia: “y, además, es una
buena persona”. Si bien es cierto que la calidad de una per-
sona no debe figurar como condición prioritaria para ingre-
sar en nuestra Corporación, que se encuentra, por otra parte,
rebosante de buenas personas, hoy se comenta favorablemen-
te “la necesidad de recuperar el valor de ser buena persona”
ante la degradación moral que en muchos aspectos está su-
friendo nuestra sociedad, por lo que no era baladí, en modo
alguno, la observación de nuestro veterano compañero. Pero
la condición de buena persona, en el caso de Lacadena, que
no en el de todo el mundo, va acompañada de otras particu-
laridades que lo convierten en un hombre, no sólo adecuado,
sino necesario para nuestra Academia...»
Además, es de justicia resaltar que en cierta ocasión participé
como miembro del jurado en una comisión que, actuando con obje-
tividad, dictaminó en contra de los intereses del profesor Fernández-
Galiano y, sin embargo, él nunca me guardó rencor, como bien lo
demuestra el haber apadrinado mi acceso a esta Real Corporación.
Como de bien nacidos es ser agradecidos, me sentía obligado a hacer
pública esta circunstancia. Tendría que decir, por el contrario, que
por la misma actuación de aquella comisión, otro profesor de la
Facultad me negó la palabra para siempre.
En numerosas ocasiones pude comprobar en el quehacer universi-
tario diario la capacidad dialogante del profesor Fernández-Galiano
para afrontar las situaciones por complicadas que fueran. Recuerdo
sus intervenciones conciliadoras y plenas de sentido común en Junta
de Facultad en tiempos universitarios difíciles y crispados.
Uno de sus primeros discípulos, el Profesor Benito Valdés Castri-
llón, Catedrático de la Universidad de Sevilla, escribía de él en un
obituario publicado en el periódico El Mundo (cito textualmente)
que «desde el punto de vista humano, Galiano era afectuoso, afable
y un tanto paternal con sus discípulos. De genio vivo, quienes hemos
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