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MANUEL DOMÍNGUEZ CARMONA  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

siones faciales, saltos o gestos obscenos (copropraxia) que pueden
acompañarse de la expresión de obscenidades (coprolalia) o de re-
peticiones de palabras (ecolalia). En la mayoría de los casos duran
unas pocas semanas desapareciendo espontáneamente. Un esfuerzo
de la voluntad puede suprimir los espasmos, pero vuelven con mayor
intensidad al relajarse la voluntad; los tics desaparecen con el sueño,
sedantes, tranquilizantes o psicoterapia. Algunos tics son heredita-
rios, como la distonía paroxística, la coreoatetosis paroxística y la
enfermedad de Lesch-Nyhan.

    Los tics son más frecuentes en los enfermos mentales no debidos
a lesiones de los ganglios basales ni de otras partes del cerebro.
Pueden ser un efecto adverso de los fármacos antipsicóticos, fenotia-
cinas o butirofenonas. De las hidantoínas y algunos estimulantes,
traumatismos, intoxicación por monóxido de carbono, encefalitis,
epilepsia y corea. Aunque se ha sugerido la toxina como tratamiento
de los “tics”, no creemos que pueda ser eficaz.

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