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ÁLVARO DOMÍNGUEZ GIL AN. R. ACAD. NAC. FARM.
de distintas teorías. En unas ocasiones pueden ser atribuidas a la li-
beración de histamina (4), en otras a mecanismos alérgicos, en oca-
siones a que atraviesan la barrera hematoencefálica y aún en ocasio-
nes se piensa pueden ser debidas a una idiosincrasia o respuesta
especial de determinadas personas, también la ansiedad puede ser un
factor importante de algún tipo de reacción, según algunos autores.
Las manifestaciones de los efectos secundarios de los contrastes
iodados pueden clasificarse en tres niveles:
Leves
Se manifiestan en forma de sofocación, sensación de calor, ma-
reos, náuseas, cefaleas, palpitaciones, etc., y se caracterizan por no
precisar actuación terapéutica por parte del médico. Son el 99%.
Moderadas
Aparición de vómitos, manchas en la piel, urticaria, prurito, ha-
bones, convulsiones, taquicardia, que precisan la actuación médica
aplicando antihistamínicos o corticosteroides. Constituyen el 1% de
las reacciones adversas.
Graves
Cuando aparecen edema laríngeo, hipotensión, fibrilación, con-
vulsiones, fracaso renal agudo, shock, que en ocasiones pueden lle-
gar a ser mortales. La morbilidad está situada entre uno y dos por
millón de exploraciones. Sobre las alteraciones de carácter leve es
muy importante el papel que juega el componente psicológico (5). Si
el paciente se encuentra tranquilo y con confianza en las personas
que van a realizar la exploración, la incidencia de efectos es peque-
ña. Por el contrario, cuando el paciente no está adecuadamente pre-
parado o incluso tiene información de los problemas que han sufri-
do otras personas, los efectos secundarios aumentan en frecuencia e
intensidad.
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