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VOL. 70 (1), 33-39, 2004                   IRM EN LA PRÁCTICA MÉDICA

                          BASES DE LA IRM

    El cuerpo humano está fundamentalmente compuesto de agua y
grasa, de tal forma que los átomos de hidrógeno son el 63% del total
de átomos del cuerpo humano, seguidos por el oxígeno (26%) y el
carbono (9,4%). Los protones, neutrones y electrones, constituyentes
de los átomos, poseen una propiedad denominada spin, que les otor-
ga propiedades magnéticas. En los núcleos atómicos, la mayoría de
los protones y neutrones están apareados, con lo que sus spin se
cancelan, pero muchos elementos químicos tienen algún protón o
neutrón no apareado, con lo que el núcleo atómico tiene un spin
neto, lo que les confiere propiedades magnéticas. El núcleo de hidró-
geno, en concreto su isótopo más abundante (H 1) que constituye el
63% de los átomos del cuerpo humano, tiene spin, por lo que se
utiliza para IRM. Pueden usarse otros elementos químicos, como el
fósforo 31, el sodio 23, el nitrógeno 14 o el flúor 19, pero en la IRM
clínica se utiliza el hidrógeno por su abundancia en el cuerpo huma-
no. El núcleo de hidrógeno (que consta de un protón) puede consi-
derarse como un pequeño imán, que producirá una señal en IRM.

    La IRM se basa en la absorción y emisión de energía, dentro del
rango de radiofrecuencia del espectro de radiación electromagnéti-
ca. La radiofrecuencia (en IRM se utilizan frecuencias entre 15 y 80
megaherzios) es una radiación no ionizante, inocua para el organis-
mo según el conocimiento científico actual, a diferencia de los Ra-
yox X que se utilizan en radiodiagnóstico convencional, TAC y an-
giografía, que son radiaciones ionizantes con efectos biológicos.

    El proceso de obtención de imágenes de IRM puede resumirse
así:

    Se introduce el cuerpo humano dentro de un campo magnético
externo, donde los núcleos de hidrogeno (protones) se orientan en el
campo. Dicho campo magnético es entonces modificado de determi-
nada manera con gradientes del campo magnético en los ejes X, Y
y Z, mientras se irradia al paciente con fotones de radiofrecuencia
sintonizados con la frecuencia de precesión de los protones (fre-
cuencia que depende de la intensidad del campo magnético externo).
Los protones absorben energía, que liberan posteriormente en forma
de señal de radiofrecuencia, que se recoge con una antena; esa señal

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