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VOL. 70 (1), 191-197, 2004 NECROLÓGICA D. MANUEL GÓMEZ SERRANILLOS
Si Santiago era una pequeña ciudad, Fonseca, el edificio que
albergaba a la Facultad de Farmacia, mantenía como corresponde a
la época un reducido número de alumnos y profesores, sobre todo
en comparación con los que existen en la actualidad. Algunos pro-
fesores que convivieron con él en Fonseca continuaron siendo com-
pañeros después en esta Real Academia como los profesores Cadór-
niga Carro y Otero Aenlle ya fallecidos; Cabezas Fernández del Campo,
Larralde Berrio, Sanz Pedrero y Miñones Trillo, hoy felizmente en
activo y Alfonso Domínguez-Gil Hurlé, entonces alumno suyo en
Fonseca
La vida universitaria santiaguesa era relativamente tranquila- D.
Manuel en los 26 años de actividad académica impartió la docencia
en el mismo sitio y creo que hasta en la misma aula, y lo que resulta
más extraordinario en estos momentos: el mismo plan de estudios
de 1944 que se componía de un primer año preparatorio o selectivo
y cinco años en la Facultad. La Farmacognosia, se impartía en dos
asignaturas; Farmacognosia General en tercer curso y Farmacognosia
Especial en cuarto a razón de tres horas semanales cada una: los
lunes-miércoles y viernes Farmacognosia General y los martes-jue-
ves y sábados Farmacognosia Especial, seis clases semanales todo el
curso, que D. Manuel cumplía escrupulosamente, además de los
años, que por falta de titular, también asumió las enseñanzas de
Fisiología Vegetal e incluso algún año, las de Historia de la Farmacia.
Yo, de mi época de estudiante no recuerdo que impartiera alguna
clase de Farmacognosia la Profesora Adjunta, a la que yo con el
tiempo sustituiría.
¿Cómo era D. Manuel en clase?. Creo que un gran docente que
sabía mantener la atención del alumno en una disciplina que enton-
ces era bastante más árida que lo que es ahora, al tener unos con-
tenidos morfológico – botánico – histológicos mucho más extensos
y minuciosos que los que hoy se imparten y sin la ayuda de los
medios audiovisuales que hoy poseemos. Estoy convencido porque
lo he comprobado a lo largo del tiempo, que todos los que fueron sus
alumnos recuerdan sus explicaciones; las cortezas de quina y la
historia de la Condesa de Chinchón, las hojas de coca, la estabiliza-
ción y sus métodos y alguna que otra vez, las semillas de Jequiriti.
Y que decir de los momentos de expectación cuando entrando en
clase decía: «el examen…..» seguido de una pausa que a nosotros nos
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