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DAVID MARTÍN HERNÁNDEZ ANAL REAL ACAD. FARMACIA
cia de lo que los contemporáneos conocimos. Rendir un cariñoso home-
naje a la memoria de esta gran figura humana y profesional, ejemplo de
catalán y de español que, con una voluntad férrea y un esfuerzo titánico,
logró conseguir avances inimaginables y de prestigio en todo el mundo
sanitario. Complacerme en el recuerdo que me dejó imborrablemente gra-
bado. Si fuera posible, que con ello pudiera despertar la curiosidad de
otros estudiosos por temas de la complicada investigación y trabajo de
tantos profesionales en la industria farmacéutica en España.
Es para mí un placer haber tenido la suerte de que Doña Emilia
Marfá i Farreras se encuentre entre nosotros. Ella gozó del privilegio de,
durante algunos años, ejercer como secretaria de este irrepetible farma-
céutico.
En todas las épocas, y en todo el mundo, los farmacéuticos han si-
do conscientes de una herencia histórica de servicio a la vida. Don Joa-
quín Cusí Furtunet (1879-1968) dedicó la suya a estudiar para impulsar la
transformación de la mesa de elaboración de medicamentos de una ofici-
na de farmacia, en un centro de investigación de fórmulas magistrales de
la mejor calidad y posteriormente, de las especialidades farmacéuticas,
principalmente de las de aplicación oftalmológica. Luego, logró fabricar-
las en la gran industria mecanizada y, siempre que existiera posibilidad,
automatizada, como es la industria farmacéutica que conocemos en los
tiempos actuales.
Apenas podemos imaginar ahora, los trabajos y los esfuerzos que
han desarrollado nuestros antepasados farmacéuticos para llegar a conse-
guir las formas farmacéuticas seguras, eficaces y fáciles de administrar,
de las que disponemos en la actualidad. Quienes vivieron la historia con-
sideran muy acertada la difusión de las informaciones de que aun se dis-
pone sobre estos profesionales, pues el tiempo borra todo, o lo aleja sin
misericordia, y aquellas personas que un día abrieron surcos de creativi-
dad, y de solidaridad con la humanidad enferma, hoy son casi del todo
desconocidas por las nuevas generaciones. Como Edmund Burke decía, y
Don Joaquín tenía esa misma convicción, “las gentes que nunca se pre-
ocupan por sus antepasados, jamás mirarán hacia la posteridad”.
Imaginemos las cálidas vivencias e inquietud de aquellos tiempos
de las facultades de farmacia, de las horas gastadas en el laboratorio, así
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