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VOL. 66, (1) 2000  INFORMACIÓN ACADÉMICA

demás, el interés por mejorar la calidad de sus vidas, puede animar tantas
horas de trabajo, tanta dedicación y tal inasequibilidad al desaliento. Cultivó
exquisitamente la actitud moral y ética propia de los profesionales de la
salud.

        Rafael Cadórniga fue, en la línea de la generación de Gregorio
Marañón, de la que habla Laín Entralgo, un buen escuchador, un hombre
que atendía a los demás con esa visión humanista imprescindible en quienes
se dedican a las ciencias de la salud.

        Sra.: Todos estos méritos justifican la satisfacción y la emoción con
la que le hago entrega de la condecoración concedida a su esposo.

        Sé que mis palabras no pueden haber sido suficientes para expresar
el respeto y afecto que su esposo mereció. Espero, sin embargo, como decía
Niestzche, que, al menos, estas palabras hayan dejado traslucir lo que hay
detrás de ellas, es decir, lo que no puede expresarse.

        Reciba, también, mi felicitación por haber compartido la vida de
quien tanto nos legó.

Palabras de contestación de la Excma. Sra. Dña. Irene Valiño, viuda del
                   Excmo. Sr. D. Rafael Cadórniga Carro.

        Queridos todos:

        Mis hijos y yo agradecemos al Excelentísimo Sr. D. Mariano Rajoy,
Ministro de Educación y Cultura, la concesión de la Gran Cruz de Alfonso
X el Sabio a mi fallecido esposo Rafael Cadórniga Carro como
reconocimiento a su labor profesional. Profesión que ejerció con rigor,
dedicación y generosidad ejemplares: con verdadera vocación.

        También agradecemos a la Excelentísima Sra. Dña. Ana Mª Pastor,
Subsecretaria de Educación y Cultura, la deferencia de acompañarnos en
este acto.

        Y también damos las gracias a todas aquellas personas que ayudaron
a Rafael en su trabajo: Al Profesor Otero Aenlle, su maestro, por sus
enseñanzas. A sus discípulos, a sus colaboradores, a sus alumnos, al

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